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Yo los conozco
22 abril, 2018 - 11:00 a 13:00
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De los años trabajados en Villas Miserias del conurbano bonaerense, siempre recuerdo la imagen de una trifulca grande que hubo una mañana en Villa Ilaza[1] en donde uno de los jóvenes presentes, sacó un arma y le pegó un tiro a otro a menos de dos metros de distancia. Automáticamente, todos desaparecieron de la escena, excepto el herido (obviamente) y tres personas de la comunidad que se quedaron acompañándolo mientras alguien buscaba ayuda fuera de la villa.
Muchos vecinos decían a gritos: “¿para qué se quedan?, váyanse de acá… si ni siquiera lo conocen…”.
Estas palabras siempre me quedaron dando vuelta en la cabeza y el corazón. Un contexto violento, una sociedad violentada por la pobreza, la marginalidad y la humillación como seres humanos que se fragmenta hasta el punto tal, de ni siquiera reconocer los lazos de solidaridad y amor con aquellos que comparten su mismo barrio.
En realidad descubrí que esto no solo se daba en una villa del conurbano argentino; esta misma escena la podíamos tener en cualquier ámbito de la sociedad de la que somos parte.
Luego volveremos sobre este tema, ahora los invito a que vayamos a Pedro y sus compañeros de viaje en Hechos 4. Gran revuelta frente al concilio. Anás y Caifás que están dispuestos a callar el testimonio de ellos. Un testimonio de qué. Cuál es el punto que se vuelve amenazante y que necesita ser acallado… quizás parezca obvia esta pregunta pero, es importante percatarse y tomar cuenta que tanto Pedro como los demás, nada malo habían hecho. Solamente anunciaron la resurrección de Jesús de entre los muertos, solamente eso.
Seguir a Jesús, como siempre decimos tiene consecuencias por momentos severas, tanto como estar en cárcel toda la noche. Por qué, por hacer lo “bueno y lo justo” a los ojos de Dios.
No se trata siquiera de una militancia política desacertada en tiempo y forma, no se trata de una defensa “violenta y armada” a favor de la vida (aunque suene como contrasentido). Se trata de anunciar que Cristo resucitó de entre los muertos y trajo vida en abundancia. ¿Increíble verdad?
De aquí la sorpresa del Sanedrín que les pregunta: “¿Con que autoridad, o en qué nombre han hecho esto ustedes?” (Hch.4.7)
Una pregunta elemental que uno se hace frente a esto que muestra Hechos:
¿Por qué lo bueno y lo justo como práctica es tan resistido en nuestra sociedad?
Y luego, luego el testimonio de Jesús en el Evangelio de Juan. Una vez más parece un cuento conocido; El es el buen Pastor que cuida de sus ovejas.
Pero Jesús es algo más que la imagen re elaborada del pastor del Antiguo Testamento. Es algo más que esto.
En el está la superación de la antigua figura de conducción que el liderazgo de Israel tuvo que tener y no supo defender (y por ende fue deportado sucesivamente frente a los Asirios y Babilonios).
En él está también la fuerza del nuevo tiempo de resurrección. Sino fíjense la importancia que le da Juan a las palabras del que resucitaría más adelante en el relato:
Un pastor que, defiende a las ovejas y da la vida por ellas (sin escaparse como el ladrón). De este modo, textualmente, la frase “buen pastor” se afirma dos veces, el “dar la vida”, cinco veces, y “recobrarla”, dos veces.
La función prioritaria de Dios en su proyecto a través de la Resurrección de Su Hijo sigue estando en este dato del cual El no se corre ni permite que ningún otro poder o autoritarismo de turno, lo corra del objetivo: Defender la vida de los que ama, recobrarlas de la muerte y del olvido y darles sentido- ofrecerles resurrección.
Siempre me pregunté si estos 5 mil hombres de los que habla Hechos (4.4) que estaban dispuestos a la defensa de los apóstoles, serían los mismos 5mil que fueron alimentados por Jesús con dos tres panes y dos peces. Siempre me pregunté si en definitiva, no es esa conversión a Cristo, cuya muestra mayor está en dar su propia vida, la que nos impulsa en nuestros actos cotidianos, a defender otras vidas, vidas que antes de conocerlo, nos eran ajenas.
El amor en Cristo que conocemos a diario, y en el cual maduramos nuestra fe, universaliza nuestra capacidad de solidarizarnos, abre nuestro corazón a un rebaño mayor que éste que vemos hoy y en definitiva nos hace ver nuestro propio egoísmo cuando vemos dolores en otros/as y decimos que nada tienen que ver con nosotros/as.
Cuando te parás en la calle a auxiliar a un completo extraño en su necesidad (sea cual sea), nunca dejes de preguntarte en nombre de quién lo haces y con la autoridad de quién.
No lo hacemos porque somos buenos nada más, no lo hacemos por imperio de las circunstancias, ni tampoco porque sea nuestro oficio. Las ovejas reconocemos la voz de aquel que nos llama, del que dio su vida por cada uno de nosotros, porque no hay otra manera de encontrar sentido al servicio, que no sea desde el amor. Desde el amor que vence a la muerte y resucita cada día como nuevo. Desde un amor que aprendemos cada día. Amén.
[1] Villa Ilaza, junto con Villa Jardín (en el partido de Lanús, GBA) fue durante años, una de las villas miserias más grande de la Argentina con más de 50mil personas viviendo en ellas.
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Juan 10.11-18 y Hechos 4.1-7
Predica: Pastor Leonardo Daniel Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Domingo 22 de abril de 2018
Orden de culto
Momento de los niños
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