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Y vos, ¿qué harías en su lugar?
16 diciembre, 2018 - 11:00 a 13:00
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Luego de haber dicho lo que dijo, que el texto de Lucas termine para este domingo, diciendo: “con estas, y muchas otras exhortaciones, anunciaba las buenas nuevas…” (vers.18), parece casi un dato irrisorio.
Lo cierto es que el Evangelio recalca casi desde su comienzo que, sin cambios profundos en nuestra vida y en la realidad circundante, es imposible ver algo distinto, algo en otro “formato”. Seguramente ustedes dirán, “ya escuchamos esto otras veces”. Si, de hecho es cierto pero, hay una insistencia temática en los domingos de adviento y en la preparación de las lecturas dominicales para muchas iglesias cristianas en el mundo que nos llevan una y otra vez a los mismos lugares. ¿Por qué? Simplemente porque es una realidad – la del cambio profundo – que difícilmente estemos dispuestos a aceptar como primera opción a tomar.
Y la Palabra de Dios para tu vida es justamente esto. Una opción; una opción donde poder hacerla preferencial o no (eso dependerá de vos en todo caso).
La pregunta que nos vertebra para este 3º domingo de adviento es, hablando de opciones: “Maestro, ¿qué haremos” (vers.12b)
Adviento es tiempo de espera y de preguntarse exactamente esto: ¿Qué hacemos mientras tanto? ¿Qué haces vos mientras un tiempo nuevo está por llegar?
La dignidad del primer domingo (el ser hallados como tales frente a Dios), la dignidad que nos permite ver salvación y la verdad como nos deja traslucir el 2º domingo de adviento, se confrontan con los frutos que la misma produce en la medida que hubo un arrepentimiento sincero.
En esto, la buena nueva es un espacio sin lugares oscuros o difíciles de visualizar. Hay elementos que hacen de esa dignidad en nuestra vida que tienen que ser claros y notorios para los demás y para nosotros mismos en nuestra propia vida.
Esta ética de la que hablamos al principio del adviento tiene que ver con una práctica concreta en el que esperamos venga a nacer nuevamente: el Amor, como sinónimo de justicia, equidad y paz.
Acá también podemos encontrar, como lo haríamos en un tríptico (hoja doblada en tres), tres elementos distintos pero inseparables el uno del otro que conforman un arrepentimiento sincero y un comenzar a vislumbrar el nuevo nacimiento:
- No solo para algunos (vers.10-11). En un mundo dominado por el hambre y la miseria (como era el mundo de Juan el Bautista y quizás el nuestro), el mero hecho de tener dos capas o un plato más de comida en tu casa, te convertía en un bienaventurado automáticamente. La práctica de poder suplir necesidades en otros, no es algo relegado para aquellos que tienen en demasía sino por el contrario, para todos aquellos que vean en su propia bendición, la posibilidad de bendecir a otros también. No es necesario que esperes a ser muy “rico” o a tener “mucho de todo” para que tu corazón, pueda dar generosamente a los que hoy no tienen.
O acaso, ¿nunca te preguntás qué vas a hacer cuando te golpeen la puerta preguntándote si tenés algo para dar, qué vas a dar exactamente?
- Nada de “sobreprecios” (vers.12-13) Palabra muy argentina quizás pero, en este caso es una buena referencia para aquellos que eran tenidos por indignos por el mero hecho de no ser judíos (“los publicanos”). La nueva práctica de aquellos que producen frutos del arrepentimiento no está en tirar por la borda lo que hacían (al menos no en esta etapa del evangelio y su anuncio), sino por el contrario, hacerlo con equidad y justicia. No hay crítica asumida por parte de Juan por el mero hecho que no sean judíos. Publicanos o judíos, deben necesariamente en un mundo convulsionado, tener prácticas justas y equitativas, sobre todo, cuando de dinero se trata.
O acaso, ¿Cuándo llega fin de año nunca te preguntás si quedaste con algún vuelto que no te correspondía o te abusaste de otro u otros, amparado bajo el, “bueno, pero así funciona todo en el mercado”?
- “Ni se te ocurra” (vers.14). Una vez más, en el caso del ejemplo con los soldados de Herodes Antípas – algo así como una policía local, vuelve la exhortación no a dejar sus funciones para luego arrepentirse sino, trabajar desde el amor y respeto mutuo y no abusar ni extorsionar a aquellos que son más débiles. “Ni se te ocurra pegarle a tu hermano que es más chico que vos” le decía mi mamá a mi hermano todo el tiempo. Porque aparte de la regla básica de amarnos, la violencia siempre es injustificada y mucho más cuando hay una clara diferencia de poder vigente.
Simplemente no se puede. Esto también es un imperativo del texto. O acaso, ¿nunca te has descubierto a vos mismo aplicando violencia sobre otros, sobre aquellos que ni siquiera pueden defenderse – tus hijos, tu familia, tus empleados, etc.? La violencia tampoco puede justificarse bajo ningún punto de vista, por más adecuada que nos parezca.
Como en un tríptico, simple de manufactura y fuerte en su contenido, Jesús quiere hablarte para este tiempo de Espera (de Adviento): No abuses de otros, no seas injusto con los demás y por sobre todo, dale a otros lo que a vos te gustaría recibir en tu vida.
¿Acaso, nunca te preguntas de qué manera (actitudes) esperas las cosas nuevas en tu vida?, ¿o todavía seguimos creyendo que haciendo las mismas cosas de todos los días, vamos a esperar resultados distintos?
Es así de simple, así de fuerte, como un hacha dispuesta a cortar lo que no sirve de tu vida. Así es la buena nueva para nuestra vida. Sacando lo que ya no sirve y haciendo brotar lo que está por venir porque, difícilmente puedas ver algo distinto, sino estás dispuesto a hacer algo distinto y mejor.
Que el Señor te regale para este tiempo de espera, arrepentimiento sincero, ganas de buscarlo y por sobre todo, la voluntad de optar por esta buena nueva, en donde Jesús, quiere ser “Opción preferencial” para todos los días de tu vida. Amén.
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Evangelio de Lucas 3.7-18
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Domingo 16 de diciembre de 2018
Orden de culto
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