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Con vos ahí, la historia cambia

28 mayo, 2017 - 11:00 a 13:00

Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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Una vieja canción de Lito Nebbia decía que, “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia. La verdadera historia”. Más que seguro podríamos discutir horas sobre si este postulado lleno de pasión y aire revolucionario es exactamente así; dicho de otro modo, ¿quién puede decir cuál es la verdadera historia? ¿La de los vencidos, la de los vencedores?

Nuestra historia Argentina está plagada, igual que la historia de muchos otros países, de cronologías de sucesos (día, mes y año) y muchos otros datos que hacen al carácter de los pro – hombres y mujeres que hicieron a nuestra patria (un D. Sarmiento que no faltó nunca a la escuela ni siquiera los días de lluvia – cuando en San Juan casi nunca llueve, lo cual no representa una gran hazaña, o un 25 de mayo pintado en un lienzo lleno de fervientes libertadores repartiendo escarapelas en un día de lluvia con sus paraguas en alto, cuando en realidad, los paraguas se inventarían mucho tiempo después) y así podríamos mencionar el cruce de los Andes adornado de un folclore maravilloso y otros eventos.

Lo cierto es que las historias incluyen esto que pasó y relata Lucas en Hechos, “las traiciones”. Me gusta como G. Delleuze define esto cuando dice que, “El traidor es muy diferente del tramposo: el tramposo pretende ampararse de propiedades establecidas, conquistar un territorio, e incluso instaurar un orden nuevo. El tramposo tiene mucho porvenir, pero no tiene ni el más mínimo devenir”.

En esta definición, y tomando en cuenta el texto de Lucas, veremos que el traidor tampoco tuvo un gran devenir pero, es parte de la historia y del relato de los evangelistas. Es más, es propósito del Espíritu Santo y del proyecto de Dios la acción de Judas en la historia.

¿Les parece difícil de comprender esto? A mi sencillamente imposible. ¿Cómo puede ser que la traición se configure como parte del proyecto de Dios?

En todo caso, la misma pregunta la podríamos ampliar aún más, ¿cómo es posible que las tragedias que algunas personas viven, cuando no somos nosotros mismos, se conviertan en un proyecto esperanzador en manos de Dios?

En esto, siempre me ayudaron las palabras de cuidado pastoral de Jesús para con sus discípulos: “no ruego que los quites del mundo, sino que los guardes del mal” (Juan 17.15) y el ordenamiento que Jesús va haciendo de su relación con el Padre y claro, con sus discípulos.

Primer momento, Jesús afirma que ellos “sus discípulos” fueron sacados del mundo. Del mundo de la incredulidad, del odio, de las tinieblas, de la oscuridad de cuando no había mesías. Como dato elemental a tener en cuenta: Dios santifica (literalmente, “separa” a los suyos de la oscuridad de este mundo) hay luz de esperanza podríamos decir en esta santificación de Dios con sus hijos e hijas.

En el segundo momento, Ellos guardan la palabra del padre otorgada por fe porque han creído en Cristo como Mesías, ergo, dan testimonio de esto. Testimonio (testigos) que hemos visto, es fundamental en el Evangelio de Juan como términos que se repiten una y otra vez.

Frente a la realidad que describe Jesús en donde el vuelve al Padre pero ellos se quedan acá en este mundo, es el mismo Cristo el que ora a Dios directamente con dos pedidos concretos.
La unidad de ellos mismos en este mundo y, junto con esto, que sean liberados del maligno.

Volviendo entonces al tema de la historia, sus modos de ser interpretado, las traiciones y las leyendas que se construyen, creo que será bueno tener en cuenta lo planteado por Jesús en la particular mirada de reconstruir los datos que arroja el evangelista Juan y decimos:

La fe nos es un reaseguro de nuestra propia enajenación de la realidad. Por el contrario, estar en el mundo desde la vivencia de fe no evita ni amortigua este dato. Por el contrario, queda claro que es el Espíritu de Jesús, el sustentador de sus amigos/as en este tránsito por el mundo para afirmar con fuerte convicción que, más allá de las penumbras terribles de nuestras historias nacionales, mundiales (con holocaustos y asesinatos incluidos), los odios y rencores, quien reconoce al Cristo resucitado puede ciertamente, vivir con una esperanza puesta más allá de la oscuridad o bien, parafraseando a Juan en el evangelio, puede vivir en “luz” y claridad de un día mejor hacia delante.

La Fe en Cristo te vuelve su testigo privilegiado/a. Lo otro cierto para hacernos eco de lo que Juan transmite en su evangelio es que, la única manera de dar testimonio de que creemos en Cristo, es dando testimonio de él en este mundo (siendo sal y luz). Una fe que no puede expresarse sobre lo que vivencia con gratitud y convicción, aún está buscando fundamentos o bien, no sabe dónde encontrarlos. Es menester ver una y otra vez, como esta fe que decimos tener influye en el día a día de nuestros quehaceres. De qué manera se traduce como testimonio cierto hacia los demás.

Hay cuidado, comunión y nueva vida, aún para soportar las traiciones. Nuestra misma experiencia de vida nos ha demostrado y nos sigue demostrando que, el hecho de ser traicionados por nuestros seres cercanos, aún el hecho de no ser escuchados en nuestros reclamos por más justos que nos parezcan es algo casi inevitable.

La fe en Cristo en este sentido, constituye un sólido andamiaje sobre el cual movernos en medio de estas tormentas cotidianas. Es decir, frente a lo inevitable de la muerte, la vida aparece una y otra vez abriéndose camino. ¿Qué es lo que sostiene esta vida más allá de la muerte? La comunión de unos con otros, el vínculo de la permanencia en el amor (al decir de Jesús en Juan), y los gestos claros y concretos que acompañan ese amor solidariamente desde la visita al angustiado hasta el preguntarnos y estar presentes en lo cotidiano de tantos y tantas.

Ser liberados del maligno es en definitiva un hecho salvífico de Cristo para nosotros y nosotras que se sustenta en esta práctica cotidiana de ser “iglesia” y claro está, en el Poder transformador del Resucitado. De ese que ha vuelto con su Padre pero que en ningún momento nos ha dejado huérfanos o carentes de cuidado en este mundo.

La verdadera historia de esta comunidad de fe, u otras, es una construcción permanente de relatos y narraciones en donde las vidas se entrelazan y las voces son escuchadas y tomadas en cuenta. En este momento sos y somos parte de este relato, de estas sensaciones y pensamientos que vamos sumando en el cuidado diario de Jesús por nosotros. Por esto mismo, si venís o no, no es dato menor. Hace falta tu relato que encarne también, la comunión y el poder de Dios para liberarnos de nuestras peores oscuridades. En esto confiamos, en esta verdad nos movemos.

Amén.

 

Audio del sermón

Texto: Hechos 1.15-17 y Juan 17.6-19

Predica: Pastor Leonardo Félix

Iglesia Metodista Central de Buenos Aires.

Domingo 28 de mayo de 2017. 7º de Pascua.

Orden de culto

Detalles

Date:
28 mayo, 2017
Hora:
11:00 a 13:00
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Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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Teléfono: (011) 4981-4290
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