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Tiempo de tomar partido
31 marzo, 2019 - 11:00 a 13:00
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Dietrich Bonhoeffer, decía en una de sus cartas a sus estudiantes[1] en el Seminario de Finckewald, viendo el peligroso avance del nazismo en Alemania, y la oposición que los cristianos tendrían que tener frente a esto: “espero, llegado el momento, tener las fuerzas para resistir al enemigo”.
Este fue un hombre coherente con sus principios de vida y con su ideario teológico. Asumió a tal punto la lucha y cruzada contra el nazismo que, en el intento por detenerlo, pierde su vida en un campo de concentración. Nuestras vidas cotidianas, quizás bastante lejos de estas situaciones y de este estilo coherente de principio a fin, buscan todo el tiempo un posicionamiento frente a lo que pasa. Si bien es cierto que conocemos personas que cambian de “veredas” (ideológicas, afectivas, pasionales, etc.) en la vida como quienes nos cambiamos de ropa, todos sin excepción, hacemos nuestro mejor esfuerzo por asumir esa posición expresada y la defensa de la misma.
Para Lucas queda claro apenas comienza el capítulo 15, esta idea del tomar “partido” que el ministerio público de Jesús exigía a sus oyentes, y que él mismo, a su manera, tratará de mostrar a sus comunidades lectoras de la Buena Nueva varios años después. Por un lado, Fariseos y escribas (discriminadores), por el otro, pecadores y publicanos (discriminados). Unos con voz para hablar, reclamar y discutir sus propios méritos, y los otros, simplemente sin palabras.
Si bien, muchos de ustedes habrán visto y escuchado este texto innumerable cantidad de veces, creo que hay dos o tres puntos que no debemos dejar de recalcar en este tiempo de cuaresma, en este tiempo de caminar como Iglesia, junto a Jesús a la cruz.
Padre e hijo, una relación que siempre merece ser trabajada. Por un momento, uno tiene también la tentación (guiada ciertamente por las traducciones bíblicas), de poner al Hijo como título de esta parábola. Viendo con detalle la misma, vemos que el gran actor que obliga a tomar partido a los lectores (como discriminados o discriminadores, como justos o pecadores) es el mismo Padre.
Un Padre que cede parte de su propia herencia al hijo menor (aún antes de morir). No hay reproches, no hay preguntas, simplemente se le da. Del mismo modo, acerca una vez más a su hijo saliendo a su encuentro y ofreciendo una fiesta en la alegría de la vuelta a “casa”.
Un amor que sobrepasa el entendimiento de los seres humanos y que es capaz de poner en equilibrio difícil toda la economía familiar (de ahí podemos entender también el reproche del hermano mayor que, viendo esa parte de la herencia común despilfarrada, teme por su propia parte).
Mi mejor hermano, no siempre el que tengo a mano. ¿Cómo no situarse en el lugar del hermano mayor diríamos viendo el texto?, ¿cómo no reprochar este gesto de amor luego de años de lealtad a la casa del padre?
La convivencia de ambos sectores – Fariseos discriminadores y publicanos pecadores (simbólicamente representados por el hermano mayor y menor) en el plan de Dios, más que una incomodidad a nuestra forma de vivir, es una realidad para hacernos madurar y que no se puede soslayar. Una vez más, el amor divino que sobrepasa nuestro entendimiento como seres humanos, nos empuja a poder visualizar dónde estamos parados y desde dónde hacemos nuestros reclamos en la vida al “Dios Padre”
Perder y encontrar, estar muerto y pasar a la vida. Tan profundos son los rencores y celos asumidos en esta parábola que no permiten, en un primer momento, apreciar lo que significa encontrar, lo que significa volver a “la vida” abundante y plena.
Lucas juega con ambos elementos y, a diferencia de Mateo que usa esto en otro contexto dando importancia al buscar, el énfasis en este caso está puesto en “la alegría de encontrar”, palabra ésta, repetida varias veces a lo largo del capítulo (6, 7, 9 y 22).
Desde este lugar del texto, la iglesia no puede menos que sentirse desafiada en su misión a través de este texto a:
- Mostrar y proveer espacios de comunión para todos los que llegan a la misma (sean sus miembros más lejanos o los más recientes en el tiempo). Hablar de un amor inconmensurable de Dios como Padre en cada una de nuestras acciones, nos compromete indudablemente a ser coherentes con lo que hacemos, a tomar “partido” y preguntarnos cuál es el rol que asumimos para los que nos ven (¿salvos, justos, merecedores, exclusivos?)
- Ser agentes de reconciliación para los que no pueden visualizar sus vidas, sin antes recordar sus rencores y traiciones a los que los rodean. Este es el lugar (como lo eran las comunidades de Lucas) donde debemos tratar al menos, de aprender las herramientas básicas para perdonarnos mutuamente, para arrepentirnos[2], reconciliarnos. Para “restaurar” al decir de la Palabra, nuestras vidas en manos del Padre.
Te preguntaste en algún momento, ¿cuáles son esos espacios concretos que tiene tu comunidad para reencontrarse entre sus hermanos luego de un conflicto?, ¿existen o simplemente hacemos de cuenta que el tiempo todo lo puede, aún el olvido de aquello que nunca hemos hablado?
- Encontrar Vida, es hallar la alegría de Dios en tu vida. Finalmente, una comunidad que logra resolver en su diario vivir estas contingencias y tiranteces que el mismo contacto con el otro producen (por diferencias elementales y obvias de unos con otros), de manera fecunda y madura, es aquella que encara una misión permanente confiada no en lo “prodigio” de sus propias acciones, sino en el amor inquebrantable de Jesús por nosotros. Tiempo de cuaresma, es también tiempo de dejarse encontrar por Jesús, alegrarse con otros y asumir el duro trance hacia la cruz en la certeza de estar acompañados en todo momento por Dios. Amén.
[1] (4 de febrero de 1906 – 9 de abril de 1945) fue un líder religioso alemán que participó en el movimiento de resistencia contra el nazismo. Bonhoeffer, pastor y teólogo luterano, fue arrestado y encarcelado. Acusado luego de formar parte, mientras estaba preso, en los complots planeados por miembros de la Abwehr (Oficina de Inteligencia Militar) para asesinar a Adolf Hitler, fue finalmente colgado tras el fallido intento de asesinato del 20 de julio de 1944.
[2] “El arrepentimiento es más una experiencia de ser hallado por alguien que te busca afanosamente que el producto del esfuerzo humano” (TANNEHILL, R. Luke, Abingdon press 1996, pag.238 – en inglés)
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Lucas 15.1-3 y 11-32.
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Domingo 31 de marzo de 2019. 4º de Cuaresma.
Orden de culto
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