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¿Solo veo lo que quiero, o solo quiero lo que veo?

8 julio, 2018 - 11:00 a 13:00

Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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Un texto seguramente leído por muchos ha sido el Pincipito de A. de Saint Exuperí. Uno de los datos bellos que hacen a la historia es el descubrimiento del asteroide B-612 donde vivía el pequeño príncipe por ciencia de un astrónomo turco.

Básicamente, el libro cuenta que en 1909 cuando el astrónomo turco hizo su presentación del descubrimiento en un importante congreso, nadie lo tomó en serio por los atuendos locales que usaba. 11 años después se presenta vestido de traje (a la usanza occidental) y por supuesto, su descubrimiento es aplaudido y tenido en cuenta.

 

En esta parte de la historia, el autor deja claramente de manifiesto que, muchas de las cosas y realidades que pasan a nuestro lado, aunque existan como tales, no las podemos ver (al menos en ciertos momentos) o bien, no estamos dispuestos a verlas.

Si bien el ejemplo de lo que pasa en el libro del principito parece hasta “Naif” e ingenuo en el fondo revela esta natural predisposición de los seres humanos a negar aquellos datos que no vienen envasados en el formato deseado.

 

Ezequiel[1], desafortunado profeta durante el exilio Babilónico del pueblo de Israel, le toca ser justamente, el formato no deseado por los demás.

Un pueblo rebelde en sus decisiones (que se remontan hace generaciones) que lo ha hecho ser presa fácil de las potencias extranjeras que lo rodean es ahora el que, en boca del profeta, debe  escuchar la palabra de Dios. Palabra de amonestación, de juicio, pero también de consuelo y misericordia.

Un pueblo que no quiere ver, un pueblo que no quiere entender, un pueblo que ni siquiera se permite la autocrítica de parte de uno de sus compatriotas. Entonces, ¿cuál es el sentido de este acto? Al menos, parafraseando el libro de Ezequiel, deberán reconocer que hubo profeta en medio de ellos. Al menos, al decir de un amigo íntimo, que no digan que nadie se los dijo. Que nadie les advirtió de sus transgresiones.

Como verán, la fe exige una cuota importante de coraje y valentía cotidiana ya que no todo lo que Dios te muestra por hacer, es algo que te agrade o te produzca bienestar o placer instantáneamente.

 

Y vos en su lugar, ¿qué hubieses hecho?

Ambos, Ezequiel al igual que Jesús, no son buenos profetas en sus propias tierras y entre sus paisanos, evidentemente. Quizás en Marcos, que confronta con el espacio multicultural y lleno de lenguas diversas de la populosa Roma, existe una configuración más clara para el oyente de hoy día en el poder distinguir lo que sigue siendo obstáculo[2] para otros. Aquellos elementos que cuesta discernir y que, desde la fe, se hacen plenos y evidentes.

Marcos en el texto juego con cinco preguntas elementales que permiten ubicar las expectativas en muchos casos, de los interlocutores a quiénes la fe les es comunicada.

 

¿De dónde tiene éste estas cosas? ¿Qué sabiduría es esta que le es dada? ¿Qué son estos milagros hechos por sus manos? ¿No es este el carpintero hijo de María? ¿No está en medio nuestro también el resto de su familia?

  1. Tener en muchas casos, es ser. Si para el mundo y sus reflexiones habituales, la gente es en función de lo que tiene, y muchas de nuestras expectativas se configuran en función de lo que deseamos tener en la vida, es importante entender que muchos se acercarán a la fe buscando que es lo que Dios puede darles. De ahí que no sea raro los anuncios milagreros de la fe donde la divinidad de Jesús realmente se convierte en la figura de alguien que todo puede otorgarnos (todo bien material al menos).
  2. Saber es poder. Y dato que también es cierto y comprobable. La cuestión con este dato no pasa por la afirmación en sí sino con la elemental pregunta de qué saberes son en definitiva, los que constituyen un poder real de transformación en nuestra sociedad. En un país como el nuestro en donde, las escuelas “industriales politécnicas” fueron disueltas mayormente en función de otras opciones educativas, no podemos menos que hacernos esta pregunta. Qué saberes se privilegiaron, cuáles fueron dejados de lado…
  3. ¿Desde cuándo tiene permiso? Y lógicamente, junto con el saber y poder, está el actuar concreto. La pregunta y la reflexión anterior, necesariamente condiciona este elemento. Si sólo se constituyen en saberes constituidos determinadas áreas de nuestra cultura, nadie por sobre éstos, tiene derecho a hablar, opinar y mucho menos actuar (¿o acaso un carpintero estaría habilitado para hablar en la sinagoga o hacer milagros de parte de Dios?) evidentemente no.
  4. ¿Acaso la gente cambia? Uno nace de un modo, vive de ese modo y muere como nació. Parte de la ceguera de Israel al escuchar a Ezequiel era justamente no poder reconocer que sus fidelidades en la vida habían cambiado y por ende, su amor por el Señor no era el mismo. Ellos seguían asumiendo que eran pueblo elegido y que si esto pasaba, ellos no tenían culpa alguna en la invasión babilonia sobre ellos. Acaso, ¿damos crédito a nuestros propios cambios, acaso confiamos en los cambios de otros en sus vidas?, ¿es esto posible en la fe, o solo nos remitimos a lo que conocíamos del otro, su historia, condición socioeconómica para evaluar lo que hace?
  5. La familia no siempre ayuda. Y aunque parezca ofensivo decirlo, nuestro primer obstáculo (escándalo) en la vida es la propia familia de la que somos parte. Por esto mismo, el proyecto de Dios en Jesús es un  propósito que apunta al núcleo de tu propia familia. Es este el lugar donde el cambio de mente y corazón empieza a operar. Aunque no siempre sucede así, es importante que el cambio que Jesús opera en nuestra vida, tenga frutos en nuestra cercanía familiar de otro modo, no es creíble.

 

Por último decimos que, más milagros no hubo en aquel momento (más allá de unas pocas sanaciones) para la gente. Por un simple motivo: nadie esperaba ver nada allí.

  • Nadie esperaba que el carpintero, hijo de carpintero hiciese algo.
  • Nadie puede ver, lo que no está dispuesto a ver.
  • Nadie puede vivir un cambio del cual no está dispuesto a ser parte.
  • Nadie, ni siquiera Jesús, puede hacer que tu vida sea mejor y más plena si es que esto no estás dispuesto a vivirlo confiadamente. Que sea este el tiempo donde podamos ver, oír y creer lo que Jesús quiere hacer en nuestras vidas. Amén.

 

[1] Del Heb. Yehezqui-el, “aquel que tiene la fuerza de Dios”
[2] En Gr. “escándalo” significa literalmente tropiezo. La sorpresa del texto y el asombro en este contexto literario tienen que ver más con este dato, el del tropiezo para el oyente.

 

Audio de la prédica

Próximamente

Texto: Marcos 6.1-13 y Ezequiel 2.1-5

Predica: Pastor Leonardo Daniel Félix

Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).

Domingo 8 de julio de 2018

Orden de culto

Momento de los niños

Próximamente

Detalles

Date:
8 julio, 2018
Hora:
11:00 a 13:00
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