
- Este evento ha pasado.
Solo se trata de vivir…
12 marzo, 2017 - 11:00 a 13:00
Organizer
Una de las importantes discusiones que el apóstol lleva adelante en Romanos, tratan de sintetizar un tema que luego en la Reforma del siglo XVI sería elemental: Fe, obras, justificación y por ende, Salvación.
Hoy por hoy, estos temas nos parecen lejanos o simplemente incomprensibles. ¿Cuál sería la relevancia de un Pablo argumentando o no con los judíos sobre el cómo se salva Abraham al día de hoy?
De hecho, uno podría decir lo mismo de esta discusión entre Nicodemo y Jesús en el Evangelio de Juan. Nosotros, que conocemos la historia más de 20 siglos después seguramente no logramos dimensionar este aporte de una discusión acalorada por la noche como la que ambos maestros mantienen.
Una vieja ilustración cuenta la historia de una carrera de chicos del 4º grado primario como culminación de sus clases de gimnasia. En definitiva, era una pequeña competencia interna en 100 metros de carrera entre los varones del grupo y de paso, se lucían las habilidades adquiridas en ese año con el profesor a cargo.
Los padres con ansiedad y apiñados en las gradas del pequeño gimnasio escolar hacían comentarios de todo tipo y también de aquellos donde mostraban sus rivalidades y deseos internos como adultos.
“Seguro que el de remera verde gana” – dijo una espectadora ansiosa y entusiasmada. A lo cual un hombre a su lado, padre de algún chico seguramente, le dice con serio razonamiento: “a tomar en cuenta el tamaño de ese chico comparado con el del resto, yo creería que saldrá último. Y perdón que le pregunte: ¿por qué piensa que va a ganar ese chico?” – a lo cual la respuesta no tardó en venir: “porque es mi hijo, ¿o no se nota el parecido?”
Hay verdaderamente en la vida actos de Fe de todo tipo, ¿o no? ¿Acaso los padres no confíanos como en este relato, la victoria de nuestros hijos, aún con la “estadística y pronóstico en contra”?
Pero hay que tener cuidado, aún esta fe cuyo amor no admite mucha discusión (amor de madre a hijo), es rebatida y puede sucumbir con velocidad.
Si mirás tus propias acciones en la vida con retrospectiva, verás que tu fe no siempre permaneció y permanece del mismo modo en tu vida. A veces hay más, a veces hay menos.
A Nicodemo le pasa algo similar. Maestro de la ley y todo, no puede evitar ir a consultar por la noche a este otro maestro docto de la ley un tema crucial para su vida. ¿Cómo?, ¿cómo pueden suceder estas y otras señales sin que él entendiese?
Decíamos antes que la Fe para estar presente necesita del amor como motor principal (y la esperanza, agregará Pablo en la Carta a los Corintios, completa el cuadro). Y es en este punto donde la charla de Nicodemo y Jesús empieza a caminar por dos carriles paralelos, pero distintos.
No es que Nicodemo no sepa lo que es el amor de Dios, ni sepa que su Dios es un Dios poderoso. No es que Jesús no supiese la centralidad de la ley de su pueblo, ni como esta ordenaba sus vidas pero, el relato es claro en esto aún desde los símbolos. Es Nicodemo quien se acerca, quien va en su propia noche buscando respuesta.
No todas las cosas en tu vida se resuelven desde la vía de la demostración (fáctica y científica). No todas las cosas en tu vida estarán pendientes de lo que puedas explicar o dejar por sentado con argumentos.
Vivimos argumentando qué poco sabemos los seres humanos sobre lo que nos rodea y cuántas cosas ignoramos, pero rara vez dejamos de argumentar. Rara vez dejamos el misterio como un elemento a ser vivido.
Si el domingo pasado hablábamos de las tentaciones en el desierto de Jesús y el impulso que le da el Espíritu Santo para sobrellevarlo, el relato de este domingo nos confronta con un Espíritu Santo que necesita ser vivido y experimentado (Ver vers. 8-10).
Poder deducir ciertas cosas en la vida (teniendo un marco legal como el de Nicodemo por ejemplo) no habilita para entender necesariamente la obra del Espíritu de Dios en tu vida.
Entender esto, es volver a nacer en nuestra manera de releer la realidad, de comprender lo que nos pasa y en definitiva, de amarnos unos a otros.
No entender que el esfuerzo de amarnos nace de la voluntad creadora de Dios que ama por sobre todas las cosas a sus criaturas (Juan 3.16), es seguir dándole al amor cotidiano la voluntad de lo humano, lo efímero de nuestra propia vida como garantía de rendimiento.
La gran discusión de Pablo en Romanos toma como ejemplo la vida indiscutible para cualquier judío, como lo es Abraham.
Abraham acepta salir de su tierra a lo que Dios promete.
Abraham acepta la mujer que se le da porque Dios se la tenía reservada en su vida.
Abraham acepta ser padre de los hijos que ni siquiera puede contar, porque Dios se lo promete.
Abraham llega a aceptar el sacrificio de Isaac su hijo, si esto es lo que Dios le pide hacer.
Abraham acepta, aún sin comprender… Abraham obedece y aún así sigue amando a Dios.
Y vos, ¿cuánto de todo esto estarías dispuesto a aceptar?, ¿cuánto dejarías libre a la aceptación y cuánto a tu propia argumentación?
Tiempo de cuaresma es tiempo también, no solo de caminar por desiertos, sino también de vivir en el Espíritu de Dios.
Espíritu que te hace vivir aún aquellas cosas que no comprendes, amar lo que no imaginas y anhelar lo que antes no conocías: la Salvación.
Que el Señor te guíe en este tiempo con Su Espíritu a una nueva vida. Amén.
Predicación Central de Buenos Aires. Domingo 12 de marzo de 2017. 2º de Cuaresma.
Texto: Romanos 4.1-10 y Juan 3.1-16
Predica: Pastor Leonardo D Félix
Deje su comentario