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Pruebas de vida
13 agosto, 2017 - 11:00 a 13:00
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Frente a casos de secuestros prolongados y extremos, como es el caso de las FARC en Colombia, cuando los secuestrados hablaban con sus familiares, y como prueba de vida, los mismos les hacían preguntas a los secuestrados que solo ellos podían contestar y de este modo confirmar que seguían vivos.
Este texto, lejos del dramatismo de estos eventos, tiene un dato relacionado con el cuestionamiento de Pedro en medio de la barca que pide muestras a Jesús de su persona: “Si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas” (vers.28b).
Creo que Pedro hace indefectiblemente, algo que todos nosotros hacemos en momentos de angustia: pide señal, pide reconocimiento que Dios verdaderamente está cerca. Luego podemos volver sobre este dato y por lo pronto veamos como Mateo estructura el mismo.
Una vez más, como veíamos el domingo pasado, Jesús se retira solo a orar y para estar en comunión con el Padre y quizás, advertido por la tormenta en el lago, va en ayuda de sus discípulos. Cansado o no, Jesús va en rescate de sus amigos.
En función de esta escena tan conocida, será bueno tener en cuenta algunos datos que nos ayuden en el diario caminar de nuestra fe y de qué modo posicionarnos frente a nuestros propios problemas.
Hay que estar en el lugar indicado para ver las señales esperadas (vers.22 y 33). En este primer marco de referencia de la historia, y leyendo el primer y último versículo de la historia narrada hay un dato que no debe escaparse. Si bien es cierto que las tormentas que nos causan zozobra en la vida, no son elementos ni queridos ni deseados por nadie, también es cierto que, el hecho de haber estado en esa barca durante esa tormenta, no solo les permite a los discípulos vivenciar el milagro de Jesús caminando en el agua, sino que les otorga la posibilidad de la confesión del Señorío de Cristo en sus vidas: “Verdaderamente eres el Hijo de Dios” (vers.33).
Hay un momento en nuestra relación con el Señor que se revitaliza en momentos de crisis y aún las peores circunstancias que muchas veces tememos, son los momentos más indicados para volver a encontrarlo a Jesús acompañándote y dándote confianza. La vida en Jesús, no es la ausencia de temporales, sino la certeza de cómo sobrellevarlos de Su mano.
Fijar la vista solo en el problema, no necesariamente lo resuelve más rápido (vers. 24-25 y 29-30). Jesús le pide a Pedro que vaya a su encuentro, eso es claro. Pero lo que también es claro es que Pedro no puede sustraerse de la problemática que lo rodea y no puede ver más allá de la tormenta. Cuando esto se vuelve visible para él y fija la mirada en sus propios temores, comienza a hundirse.
Muchas veces, creemos y estamos convencidos que nuestra sola fijación por resolver un problema, logrará que el mismo se resuelva. A veces de hecho, es así. La pregunta sería cuando tu sola mirada en el tema no basta, ¿a quién recurrís? ¿De qué manera lográs una nueva perspectiva?
La fe no es un dato ilusorio que te aísla de tu realidad y tus problemas como un elemento mágico, como “el fantasma” que ellos creían ver en el agua. Por el contrario, es un punto de anclaje más allá del problema puntual y un punto seguro donde dirigir la mirada por sobre el dato cotidiano.
Hay un llamado de atención implícito en este texto a no perder de vista este factor de cambio que representa la presencia real de Cristo en nuestras vidas. Repito, con la fe la tormenta no deja de existir pero sí, evidentemente, cobra otro sentido nuestra vida y nos proyecta con mayor seguridad hacia lo que está por venir.
No siempre Jesús, nos resulta familiar (vers.26-28). El dato de confundir a Jesús con un fantasma, que es un dato inusual en la cosmovisión judía, nos confronta muchas veces con esta incapacidad de poder reconocerlo en lo que nos va pasando a diario. La fe para los evangélicos en general, muchas veces se nos confunde con un estado de éxtasis o de “ausencia de malestar” permanente en donde nada malo acontece.
Los momentos de crisis, tanto personales, como grupales, exigen también un discernimiento de nuestra vida y un compromiso por lograr ese discernimiento entre un fantasma sin poder que nos ronda y un Dios verdadero.
Hay un dato exigido en el relato frente al requerimiento de “prueba de vida” que Pedro hace a Jesús, y es justamente caminar sobre las aguas.
Jesús te hace protagonista en todo momento de las pruebas que pedís. No hay otro modo de verlo que no sea participando de la acción propuesta.
Mientras mayor sea tu grado de involucramiento en tus actos y hechos, con la fe que por así decirlo, “exigimos” se nos revele, mayor familiaridad adquiere este Hijo de Dios del cual nos habla Mateo en el texto.
Hay un protagonismo requerido por Jesús frente a nuestros planteos cotidianos sobre su existencia o compañía en los problemas que nos acontecen. En todos los escenarios posibles, es bueno recordar que no es un problema estar en la barca en medio de la tormenta, en todo caso, es una oportunidad más que el Señor te brinda de seguir confiando en su poder. Amén.
Audio de la prédica
Texto: Mateo 14.22-33
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista Central de Buenos Aires.
Domingo 13 de agosto – 10º de pentecostés
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