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No nos tragamos cualquier cuento en la vida
19 agosto, 2018 - 11:00 a 13:00
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El domingo que pasó, hablábamos de la Iglesia como reflejo obligado del pan de vida. Obligada desde su acción, desde su pensamiento y desde su oración a dar testimonio de que Cristo es su único Señor y Salvador, desde ese pan que nos habita, como bien nos contaba el obispo en su mensaje.
Si, es cierto que, la aceptación de Cristo como parte inherente de nuestra vida, es entre otras cosas, aceptar que Cristo se te mete literalmente adentro tuyo. Que el Señor es una parte “entrañable” de tu ser. Y cuando decimos esto hoy en día, no decimos nada nuevo a nadie. La idea de “comer” la divinidad para ser parte de ella es algo viejo. La idea de ser leales en nuestros usos y costumbres al dios elegido, también es una idea que tiene siglos. Tampoco era nuevo este tipo de pensamiento en el tiempo de Jesús.
De hecho, para aceptar determinadas cosas que pasan en nuestra realidad se usa frecuentemente esta analogía: “te tragas o no la idea, proyecto, etc.”. O bien, cuando no lo aceptamos bajo ningún punto de vista decimos: “esto no me lo trago”. Es totalmente cierto. Incorporar ciertas ideas, formas de actuar o de pensar, son cosas que se deben hacer entrañables en la vida de la gente. Deben ser digeridas, tragadas, para comprenderlas.
Decir que la gente no cree, aún los que se declaren ateos o agnósticos absolutos, es algo que en el fondo esconde una mentira en sí mismo.
Creer, es parte fundamental de nuestra humanidad. René Descartes (padre de la metafísica moderna) decía en el siglo XVI, “pienso luego existo”. Pensar nuestra propia existencia y su origen es siempre creer que muchas cosas son posibles. El ser humano es, podríamos decirlo así, un animal que cree y piensa.
La sabiduría de los judíos, es algo bastante distinto a la metafísica occidental o a la ilustración europea. La sabiduría en sí misma, es una fina metáfora sobre el Dios poderoso.
Es ésta la que, según el libro de los proverbios, edifica su propia casa y corrige a la humanidad para que ande en camino de inteligencia.
Quizás esta sea una de las cosas que más nos cueste “tragar” hoy en día. Por un lado un Jesús que piensa, vive y cree como judío, y por el otro, una iglesia como la nuestra que vive en un mundo occidental, moderno y con otros parámetros.
En este pequeño vistazo al capítulo 9 de proverbios, se invita a los que no son cuerdos a que coman del pan de la sabiduría y beban del vino que les va a dar, porque solo así, se sale de “la locura” de este mundo.
Cuando hablamos de gente ilustrada o sabia, rara vez nos imaginamos esto dentro de una alabanza exacerbada en una iglesia evangélica. De hecho, la mayoría de la gente no cree que esto sea posible.
Analicemos una vez más el acto del comer y beber de Cristo y en Cristo a través de algo que pasaba y puede seguir pasando habitualmente en nuestro país.
Un restaurante céntrico en BA está por cerrar sus puertas y decide hacer un último almuerzo pensando con buen criterio, que antes que tirar lo que tenían a la basura, sería bueno que la gente coma y se trague lo que quiera.
El criterio fue sabio. Se pensó desde el aspecto económico (no desperdiciar), desde el social (que vengan todos lo que quieran) y desde el afecto también (los que antes no podían venir por el precio, ahora sí…)
Pues bien, la sabiduría de la gente no siempre es acertada y aquellas cosas en las que creen, no siempre las ayuda a pensar de una manera distinta o a imaginar que otros pueden ofrecer cosas distintas, simplemente por una cuestión de prejuicios (esto también es creer, aunque no veamos nada en particular, ya vemos o imaginamos lo que va a pasar).
Curiosamente a lo esperado, la gente que fue era verdaderamente escasa y finalmente la comida se terminó tirando. Habrían pensado que algo raro había ¿?. Quizás sería el vino y las bebidas más caras, quizás las comidas en mal estado. Por el factor que sea, la gente no aceptó este precio casi regalado de un restaurante fino y caro como este.
Se puede creer de muchas maneras distintas. Aún el no creer en nada, es una forma de creer e imaginar nuestra propia existencia. A partir de uno mismo por ejemplo, de lo que “puedo o no hacer”. Para la gente hoy en día, la oferta de Cristo es algo que parece tan abaratado que simplemente no vale la pena, ni siquiera tragártelo. Aunque parezca inocuo.
Cada creyente tiene una enorme responsabilidad frente al mensaje que hemos escuchado, y frente a la vivencia de comunidad que tenemos. Por supuesto que la responsabilidad no conduce a nada si no es sustentada por la Gracia Redentora de Cristo, y no hay posibilidad de llegar a la Gracia de Dios, sino es comiendo y bebiendo en el seno de la comunidad que da testimonio del pacto de Dios con su pueblo.
Que el Señor nos de la fe que tuvo Jesús para ser enviado y que podamos construir con sabiduría divina, un espacio distinto y mejor cada día dentro de la Iglesia de Cristo. Que esta misma fe nos mantenga en el camino y nos ilumine cada día. Amén.
Audio de la prédica
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Texto: Proverbios 9.1-6 y Juan 6.51-59
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Domingo 19 de agosto de 2018.
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