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Entre la prudencia y la Gracia
26 marzo, 2017 - 11:00 a 13:00
Organizer
La sensatez y la prudencia, siempre parecen ser nuestras mejores herramientas en la vida para posicionarnos como las personas adultas que somos. De hecho, vivimos reclamando a nuestros hijos que: “Podrías ser más sensato” o cosas como: “¡pero qué imprudencia!”
Estas cualidades en sí, no tienen nada malo ni nada objetable pero, al mismo tiempo, la fe también es una invitación a ver dónde ponemos nuestras garantías diarias y nuestras confianzas, de ahí que nos permitamos en este día, cuestionar críticamente al menos, nuestra prudencia y sensatez cotidiana.
Seguramente coincidiremos en que llevar una rueda de auxilio en un auto, es una cuestión de prudencia elemental, ¿verdad?, ¿y si llevásemos dos o más? Sería exceso de prudencia o falta de confianza…. ¿cómo definirlo?
Tener un arma en nuestra casa con la violencia que se vive a diario es casi hasta una cuestión ¿de sensatez o qué?
Los límites son imprecisos como veremos y no siempre podemos coincidir en este análisis. Por eso, muy brevemente, veamos las escenas propuestas por Juan en su evangelio.
El Escenario, fue la lectura de los 7 versículos del capítulo 9. En Jerusalén, en sábado, haciendo milagros. Evidentemente la prudencia y la sensatez de Jesús, no acompañaba nada de lo previsto para pasar desapercibido. Se suma otro criterio que era una cuestión de sentido común en la época: la enfermedad como sinónimo de pecado en el que la padece.
1º Escena (8-12) clave el 11. El ciego y los vecinos de siempre.
Un dato que no debemos olvidarnos y que en el Evangelio de Juan se recalca mucho es esta condición enteramente de hombre que tiene Jesús. Es este Dios encarnado el que hace posible el milagro y deja al ciego como único testimonio de lo vivido.
Él es cuestionado, interrogado, hasta se duda de si es él en realidad. En medio de estas dudas, el responde y da testimonio de aquel hombre que le devolvió la vista.
¿Cuándo fue la última vez que Jesús provocó un cambio en tu vida que otros pudiesen ver?, ¿fuiste capaz de contarlo o primó más la prudencia del momento?
2º escena (13-17). El ciego y los fariseos de siempre.
Ahora bien, reaparece otra vez la pregunta sobre cómo hizo este milagro. Este hombre que sana a otros hombres actúa como tal y con los elementos que hay a mano (barro) opera el milagro.
La sensatez es un dato importante en nuestra vida para saber cuándo y de qué modo actuamos pero, evidentemente, este dato es un elemento propio de nuestra cultura que sigue siendo algo circunstancial. Ninguna sensatez o prudencia puede ser puesta como un valor que altere la eminencia del otro valor evangélico: la vida misma. Si bien para nosotros nos puede parecer hasta irrisoria la cuestión de sanar un sábado o no, el mecanismo moral de la fe de los fariseos funcionaba en este sentido.
Dios no actúa en función de los mecanismos que nosotros vamos interpretando en nuestra vida, Él actúa como tiene que actuar. Del mismo modo, la prudencia y sensatez de ciertas acciones pierde sentido cuando no podemos ver otras cuestiones más urgentes. Dios sorprende todo el tiempo, pero para que eso suceda, uno tiene que estar dispuesto a que esa sorpresa llegue como tenga que llegar.
¿Cuándo fue la última vez que Dios te sorprendió con algo?, ¿cuándo fue la última vez que El actuó más allá de lo esperabas?
3º Escena (18-23). Solo faltaban los padres con los fariseos.
Una vez más la prudencia y la sensatez operan en esta escena pero, como forma solapada de encubrir los temores de sus propios padres. El reconocimiento de Jesús como profeta (vers.17) bien hubiese valido la expulsión de la sinagoga para sus padres.
Creo que es importante desarmarnos a nosotros mismos en estos sentimientos que a veces tenemos con lo que nos pasa. Quizás la escena hasta parece absurda ya que se trata de su propio hijo pero, el valor conferido por la cultura que los rodea tiene un peso muy fuerte al tomar las decisiones frente a las preguntas inquisidoras de los fariseos.
¿Podés recordar cuándo fue la última vez que no pudiste reaccionar en coherencia con el evangelio?, ¿podés recordar aun cuando fue la última vez que no hiciste lo que tendrías que haber hecho más allá de tu propia prudencia?
El final (35-38):
En clara alusión al juego entre poder ver y no, la prudencia y la sensatez también son una muestra de esto en nuestra vida. El prudente ve quizás lo que otros no ven pero, queda claro también que este Jesús encarnado, devuelve una nueva vista a los que antes no veían pero claro, para esto hace falta reconocer nuestras propias cegueras en lo que hacemos.
La fe, es una invitación permanente a rever nuestros criterios sobre:
- El prejuicio social que creemos superado, o el quedar señalados en la vida (como los padres del ciego) fuera de los lugares habituales.
- La vida como un factor primordial, que Dios cuida por sobre todas las cosas más allá de nuestras propias estructuras tanto en la iglesia como en la sociedad.
- El testimonio de lo hecho por Jesús a otros como factor de cambio no sólo en los que nos rodean, sino en nosotros mismos que somos los primeros beneficiados.
Que la medida de tu sensatez y prudencia estén marcados y guiados por el Señor en todo momento y que puedas rever siempre sin temor, aquellas cosas que hacen falta cambiar en tu propia vida. Amén.
Texto: Proverbios 3.5. 19.3 y Juan 9.1-7
Predica: Pastor Leonardo D. Félix
Iglesia Metodista Central de Buenos Aires.
Domingo 26 de marzo de 2017. 4º domingo de cuaresma.
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