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La promesa es para vos, aprovechala
10 febrero, 2019 - 11:00 a 13:00
Organizer
En una vieja ilustración inglesa, se cuenta que, el pequeño mono en la selva, veía al pez en el agua ir y venir por el agua y para sorpresa del mono, el pequeño pez no “podía” salirse del agua. Desesperado y en un gesto de grandeza, lo “agarra” con fuerza y precisión del agua y se lo lleva arriba del árbol para que pudiese estar mejor. Claro, la conclusión es obvia, ¿verdad? No hay comprensión de las diferencias sustanciales entre uno y otro y menos aún, del medio que habitan tan distinto.
Este es un pasaje bíblico que hemos visto seguramente más de una vez o al menos lo escuchamos del cómo, Jesús, llama a estos pescadores, a ser “pescadores de hombres” si bien el título editorial muchas veces, pone el énfasis en lo milagroso de la pesca o su abundancia, el foco de la misma está justamente, en la relación y llamado del Señor con sus amigos y de ahora en más, sus discípulos.
Una vez más, el contexto de lo relatado, nos llama a buscar cuál es el punto crucial de lo que se leyó. Pero claro, sin desmerecer lo milagroso de la pesca (como en el evangelio de Juan en el capítulo 21) que dispara lo que sigue, la imagen se centra en este llamado de Jesús a Pedro y los demás que quedan sobrecogidos por el evento que acaban de presenciar y vivenciar.
Así como Jesús aprovecha el contexto obligado del oficio de sus amigos (son pescadores, pescan y allí se posiciona la oferta del evangelio), sería bueno aprovechar por un momento nuestro propio contexto. Un contexto en el cual, todo lo que hacemos mayormente, lo evaluamos en función de su “costo y beneficio”. Es en ese contexto donde seguramente nadie de los presentes pesca a diario para vivir (esto es, uno muy distinto al que propone Lucas) es que podríamos hacernos ciertas preguntas.
¿Les parece que evaluemos por un momento los costos de Pedro y sus amigos ante semejante propuesta?
- Costo económico casi evidente. Si hasta hace 10 minutos vivían de esto, ¿de qué se supone que vivirán hacia delante?
- Costo social que esto conlleva, está dado por las personas que los conocen y saben de su oficio de generación en generación, ¿es que acaso podrían hacer algo distinto en sus vidas?
- Costo cultural más que fuerte que se desprende del texto es tratar de imaginarse al menos cómo serían sus días hacia delante, cómo serían sus vidas, fuera de lo que conocen y hacen habitualmente con este nuevo maestro que hizo lo que nadie antes en sus vidas.
Ahora bien, ¿podríamos hacer el ejercicio de ver los beneficios de esta oferta? Seguramente que sabiendo la historia de antemano podríamos casi recitarlos: Salvación, Nueva vida, Seguimiento, ¿podrían decir algo más?
Pero claro, la dificultad de este tipo de ejercicio radica en nuestro contexto que no es el de ellos allá lejos y hace tiempo.
Por esto mismo, leer el texto una y otra vez, debe poder ayudarnos a entender por qué, temas simples y lecturas tan conocidas como estas, nos representan muchas veces, fuertes barreras para seguir a Jesús y claro, contagiar entusiasmo en la vida de otras personas. Tomando en cuenta el llamado del profeta Isaías en el cap.6 del libro, así como la conversión del apóstol Pablo, veremos tres momentos de la historia de la fe distintos, pero con parecidos evidentes.
Hay reconocimiento en estos personajes que, es el Señor y no otro, es quien se les presenta con poder y santidad y que, solo frente a este poder inmenso hay reconocimiento de pecado, dicho de otro modo, es solo frente a la inmensidad de Dios (parafraseando a Calvino) descubrimos nuestra pequeñez en este universo creado.
Los personajes bíblicos, una y otra vez son rescatados de sus propias miserias y pequeñeces para algo insospechado e infinitamente superior a ellos mismos. Es Dios mismo quién da un nuevo significado a nuestra vida (la resignifica) desde lo que tenemos a mano (la barca era de Pedro, no de Jesús), con lo que hacemos habitualmente (esto es pescar) para un nuevo propósito.
Hay vida nueva en Jesús y claro, es desde lo que Dios formó y construyó para cada uno de nosotros. Aparecen herramientas insospechadas, nuevas que siempre estuvieron allí y Jesús las descubre y cambia nuestra vida. Como decía un matemático sueco, “suponer que la única herramienta que tengo en las manos es un martillo, es hacer de cuenta que todos los problemas por delante son siempre un clavo”. En algún momento esto debe cambiar, y cambia de hecho, de la mano de Jesús.
Por esto mismo, la invitación, luego de ver nuestro propio contexto (de “costos y ofertas”), es aceptar el desafío de Jesús de salirnos del mismo pero, no con la imprudencia del mono que quiere redimir la vida del pez que según sus criterios, está atrapado en el agua muriendo, sino con la certeza que, desde lo que Dios nos ha dado y la cultura y contexto nos hace vivir y padecer a diario, es posible dar un nuevo sentido.
Por esto mismo, la promesa de: “Yo te haré pescador de hombres” es no solo la remisión de ese pecado donde Pedro siente que “es nada” frente a Jesús sino, el primer paso para una nueva vida.
Al decir del teólogo Karl Barth, somos hijos e hijas de las promesas de Dios, por ende, es la clara convicción de que esa promesa fue escrita para tu vida, lo que te permite aceptar el desafío de la fe que se convierte en seguimiento y pesca milagrosa diaria que cambia tu vida.
En este año que estamos empezando juntos hay un montón de proyectos por venir, todos con sus riesgos y también desafíos. Por esto mismo, me gustaría que no olvidemos que:
- Son las herramientas de tu caja (tu barca) las que el Señor usa y te ayuda a descubrir.
- Siempre que Jesús te señale un lugar en la vida, andá allá y no lo dudes, seguro que hay abundancia.
- La bendición de Cristo es tan grande que excede tu propia capacidad de tenerla. Hay que llamar a otros para compartirla, caso contrario, se te hundirá indefectiblemente el barco.
- Sólo cuando con tus labios seas capaz de reconocerlo como Señor, habrá real conciencia de que necesitas cambiar (conciencia de pecado).
- Sólo en la necesidad de que El te cambie habrá cumplimiento de su Promesa.
Por último, dice Jesús, Yo te haré… y me pregunto ¿qué cosas queremos que haga Dios en nuestra vida en este año que se inicia? Solo siendo conscientes del poder de Jesús actuando en nuestra vida, es que podemos ver lo nuevo, aunque hayamos estado toda la noche en ese lugar.
Acordate, esta y otras promesas, fueron escritas para vos. Aprovechalas, disfrutalas y compartilas. Que tu vida contagie entusiasmo por salir a pescar en cada paso. Amén.
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Evangelio de Lucas 5.1-11.
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Domingo 10 de febrero de 2019
Orden de culto
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