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La autoridad del perdón

17 septiembre, 2017 - 11:00 a 13:00

Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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Nuestros leccionarios ecuménicos, concluyen este capítulo 18 de Mateo y a la vez, cierran también, el tema del perdón. No ya desde la implicancia comunitaria sino desde nuestra vida misma y las relaciones que vamos generando.

Hace algunos años atrás cuando tratábamos casos de violencia familiar en una escuela donde fui capellán, una hermana hizo una observación correcta y valiente sobre este tema y sus implicancias en el desarrollo de los niños. “Quien enseña pegando, enseña a pegar…”. Siempre me quedé con estas palabras dando vuelta en mi cabeza. Y en verdad, casi todas las cosas que hacemos son pautas “de comportamiento” que nos han enseñado en otro momento. En otras épocas, a los padres le costó mucho acariciar a sus hijos, ya que sus padres nunca se lo habían enseñado, y a la vez poder cambiar otras pautas enseñadas, entre ellas el “pegar para educar bien”.

Lo mismo podríamos decir del perdón a los demás. ¿Quién nos enseña esto en la vida?, ¿la escuela, los padres, el barrio, la identidad cultural?

Y Sumado a esto podríamos preguntarnos también: ¿cuántas veces tenés que perdonar a alguien? Esto también es una pauta adquirida (“…te das cuenta que te toman de tonto, y siempre te vuelven a hacer lo mismo”) esto lo pudimos escuchar muchas veces seguramente, o nos lo han dicho nuestros mayores cuando éramos niños. Dicho de otro modo, el perdón tiene un límite, sino perdemos autoridad y credibilidad frente a los demás.

El setenta veces siete, es obviamente, una exageración de parte de Jesús, pero su indicación es clara: Siempre debes perdonar, ¿tiene algún límite esto? Si, necesariamente debe estar el otro presente y ser parte de esta oferta de amor y servicio, sino es un mero voluntarismo. No se puede perdonar a la distancia o en forma evocativa.

En esto se centra la autoridad “evangélica” de la Noticia de Jesús: se perdona como hecho elemental que surge del amar y servir a los demás. Aquí tampoco el amor o el servicio valen como algo hecho a la distancia o por “control remoto”. Debes estar cerca del otro.

Si la autoridad en este mundo se basa sobre la fuerza, cohersión y presión, que se legitima a través de deudas impagables (de cualquier tipo) la autoridad del Reino está dada por el amor, servicio y capacidad de perdón.

Jesús siempre es un modelo contrapuesto muy fuertemente a la realidad que el mundo nos presenta. Y es en nuestra intimidad y sus relaciones que la Buena Nueva comienza a actuar, sino no sirve como tal.

Así y todo, cuando pensamos en la enorme deuda que Dios paga por nuestro pecado (la vida de su hijo) y la imposibilidad cierta de que pudiésemos devolver este “regalo” (te perdona diez mil talentos), uno no puede dejar de preguntarse, ¿por qué a la gente le cuesta tanto aceptar este regalo? (no te perdonan ni un denario).

¿Cómo existe gente que habiendo vivido pruebas irrefutables del amor y la gracia de Dios en sus vidas, así y todo, no creen que tal regalo pueda existir?

Por un dato elemental: el amor no es extorsivo, tampoco ejerce fuerza o presión sobre el otro, ni mucho menos actúa contra tu voluntad. Nadie puede obligarte a amar, mucho menos el Señor, que por sobre todas las cosas, te da la libertad de poder elegirlo. Uno no ama por temor a ser castigado, no se ama porque no hay nada mejor que hacer: El Amor es una necesidad, pero también es una elección en tu vida.

Dijimos en varias oportunidades que las parábolas (tan propias de Jesús), eran un buen método de enseñanza donde el oyente tiene que ir descubriendo cosas. Habitualmente estas siempre quedaban para la gran masa de gente que seguía a Jesús, sus discípulos en cambio, recibían las explicaciones necesarias. No parece ser este el caso, entonces. ¿Por qué se da así?

Porque después de todo, el conocer a Cristo y reconocerlo en tu vida como tu Salvador, no es sólo un cambio (conversión), es un proceso y un caminar donde se va madurando y avanzando en la profundidad del amor y del servicio, y también en nuestra capacidad de perdonar y ser perdonados por otros.

Solo el amor en Cristo, hará que tu Servicio a los demás no sea mero voluntarismo, solo ese servicio (en gr. Diakonía), genera una práctica de perdón, porque amar y servir, es estar en íntimo contacto con aquellos que Dios te pone a tu lado, con aquellos que van a ser el camino con vos.

Quiera el Señor bendecirnos en el amor que brindemos a los demás y que éste, genere espacios de encuentros, desde el servicio, arrepentimiento y perdón generoso. Amén.

 


Audio de la prédica

Texto: Mateo 18.21-35

Predica: Pastor Leonardo Félix

Iglesia Metodista Central de Buenos Aires.

Domingo 17 de septiembre – 15º de pentecostés

Orden de culto

Momento de los niños

 

Detalles

Date:
17 septiembre, 2017
Hora:
11:00 a 13:00
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Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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