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Leonardo Félix

Este es nuestro tiempo. ¿Te lo vas a perder?

5 mayo, 2019 - 11:00 a 13:00

Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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La historia de la pascua siguió y sigue avanzando desde ese momento hasta el día de hoy. Y siempre, volveremos a descubrir “retazos” en donde el Resucitado aparece una y otra vez, en la vida de ellos como discípulos, y en la vida de muchos otros testigos a lo largo de la historia. Historia en la cual nos incluimos, testigos que somos o al menos, pretendemos ser de este hecho inigualable.

El dato que podemos y debemos asumir como propio en este caso, a manera de paradigma y ejemplo, es la sucesión de eventos breves y significativos que se dan a la orilla del mar, al borde mismo de esa historia que ya, sin titubeos, declara la resurrección de Jesús.

De la necesidad a la obediencia (vers.1-6) No deja de ser interesante el planteo de Pedro a sus compañeros de ruta: “voy a pescar” (planteo que el resto acompaña). Una vez más, él asume la tarea cotidiana, lo que saber hacer y sobre lo cual sostiene su vida, más allá de lo acontecido, más allá del dolor de la pérdida, la vida continuaba y se hacía necesario salir. Nada pasa, nada resulta aquella noche.

El resucitado en la playa, al regreso de ellos, los sorprende con su pregunta y su oferta de volver a salir y probar en un nuevo lugar. Esta obediencia, con sus necesidades a cuestas, tiene el beneficio casi instantáneo de una pesca abundante y desbordante.

Si bien, no hay un reconocimiento explícito hasta ese momento de quién es que da la orden, no deja de llamar la atención, esta obediencia de ellos a las palabras de Jesús. De hecho, no nos puede dejar de llamar la atención en nuestra propia vida y experiencia cotidiana cuando desde la necesidad soy capaz de pasar a la obediencia. Cuando desde la disciplina misma del trabajo y lo cotidiano, puedo ser guiado por la obediencia.

El ritmo de la iglesia cotidiano, debe poder recordar este primer elemento en su propio quehacer cotidiano. No son las tareas “necesarias” (disciplinas) en tanto iglesias (con sus éxitos y fracasos) las que determinan la consecución de las acciones por venir. Menos aún el voluntarismo de sus integrantes pueden o deben acotar lo que hay que hacer nuevamente (“ya lo hemos intentado tantas veces, ¿para qué de nuevo?”) el foco de atención del cuerpo de Cristo no está en sus propias acciones, sino justamente en esta capacidad siempre “renovada” de ser obediente a los lugares de “pesca” señalados.

Repito, no son nuestras necesidades las que marcan rumbo en la tarea de la iglesia, sino nuestra obediencia al Señor de “la Pesca” la que encuentra buen puerto para satisfacer las necesidades del reino que, inevitablemente, serán las mismas que Su pueblo leal al evangelio.

Reconociendo frutos, asumiendo autoridad (vers. 7-11): evidentemente, ya sea porque el discípulo amado tenía una muy buena vista o bien lo intuye en el gesto, es este gesto multiplicador de frutos, lo que genera el reconocimiento del Señor. Aquello que se intuía o presentía (como en los caminantes del Señor) es corroborado en la comunidad de testigos, como presencia real y efectiva de Cristo en medio de ellos.

La obediencia en Cristo no genera necesariamente una disipación de las dudas hacia lo que hay por delante como tarea. De hecho siempre nos resulta terreno incierto saber cuántos van a venir a tal o cual actividad, o si lloverá o no en tal otra cosa. Lo cierto es que, el hecho de convertirnos en comunidad testificante de Cristo, genera un marco de certezas en lo que vendrá. Una intuición clara que, más allá de los resultados Jesús mismo estará en la playa de arribo, y parafraseando al salmista, nuestra decepción se convertirá en alegría y nuestra desazón en esperanza.

Hacia la comunión de nuestros talentos (12-14): Y tal como sucede cada domingo que compartimos la mesa del Señor, los elementos preparados y ofrecidos se vuelven anticipatorios del banquete del Reino. La recurrencia de este dato no es algo menor o para dejar de tener en cuenta, ya que en definitiva, es la esperanza de ese Reino por venir lo que sostiene a la iglesia de Cristo desde hace siglos, ergo, las experiencias con el resucitado van construyendo y marcando anticipos felices y esperanzados de lo que vendrá, de lo que será un gozo sin fin.

Por esto mismo, si bien nuestras actividades pueden ser correctas y bien enfocadas, nuestros edificios bien cuidados y mantenidos, no es la iglesia una finalidad en sí misma, sino ese “mientras tanto” llega el Reino prometido. Por ende, el cuerpo de Cristo debe poder dar señales claras que anticipen esta llegada. Gestos concretos donde la obediencia al Resucitado, se convierta en oración compartida, acciones solidarias y celebración gozosa de Su pueblo.

Como decía J. P. Sartre: “no perdamos nada de nuestro tiempo. Quizás los hubo más bellos, pero este es el nuestro” Que el Reino no se demore entonces, y que nuestras señales sean precisas. Amén.

Audio de la prédica

Próximamente

Texto: Juan 21.1-14

Predica: Pastor Leonardo Félix

Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).

Predicación Almagro. Buenos Aires. Domingo 5 de mayo de 2019. 3º de Pascua.

Orden de culto

Detalles

Date:
5 mayo, 2019
Hora:
11:00 a 13:00
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Almagro Av. Rivadavia 4050
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