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¿Estábamos mejor antes?

2 julio, 2017 - 11:00 a 13:30

Almagro Av. Rivadavia 4050
Capital Federal, Argentina
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Realmente los textos son por demás fuertes y conmovedores para este domingo. Particularmente hubiese elegido otros pero, actuamos con la “libertad de la disciplina” parafraseando a Pablo y veamos esto a partir de un caso concreto.

Años atrás en Trelew, me invitan para una primera reunión del nuevo grupo de Alcohólicos Anónimos de la ciudad. Impactado por las presentaciones de los asistentes (“me llamo Fulano de tal, y soy alcohólico…”), en un momento uno de los asistentes comenzó a dar un largo rodeo para hacer esta formulación de presentación. El que dirigía lo miró fijamente sin dejar que esta presentación terminase, finalmente el nuevo asistente dijo: “me llamo mengano y soy alcohólico…”. Luego, el coordinador me dijo que una de las cosas importantes en estos grupos es que sus nuevos integrantes puedan nombrar su problema y hacerse cargo del mismo. El método me pareció violento (al menos pastoralmente yo en ese tiempo, también hubiese dado algunas vueltas) pero, efectivo.

¿Interesante verdad? Tanto el evangelio como la carta de Pablo a los romanos plantean dos argumentos en apariencia violentos pero, que son un dato inherente al evangelio y su verdad que hay que descubrir por uno mismo.

Por un lado, un Jesús que parece casi contrapuesto a las palabras del profeta Jeremías en 28.9 cuando dice: “Cuando se cumpla la palabra del profeta que profetiza paz, entonces él será conocido como el profeta que Jehová en verdad envió” hablando de que no es paz lo que viene a traer en medio nuestro, sino enemistad y tomas de posición claras y determinadas, aunque las mismas vayan en contra de las lealtades familiares. Y por el otro lado, un Pablo que retoma un tema crucial para el pueblo de Dios como es la esclavitud en Egipto, pero esta vez desde el pecado.

La pregunta insinuada del evangelio para este domingo se acerca a nuestra vida, mayor cantidad de veces de las que suponemos: ¿estábamos mejor antes de conocer a Cristo?

Desde el evangelio la radicalidad de los comentarios de Jesús deben poder ser leídas en el contexto que él les está demandando no solo a los doce discípulos más cercanos, sino a todos los discípulos. Quién conoce a Jesús se sabe a partir de ese momento en otro lugar, distinto al que ocupaba hasta el momento previo.

La experiencia íntima de cercanía con Jesús, que es un dato que cada uno debe llegar a conocer y que otros no te pueden hacer vivir, debe poder confrontarte en definitiva, con lo que antes hacías y que ahora o bien, dejaste de hacer, o prácticas de otro modo.

La comparación con los profetas no es casual y se liga íntimamente con la carta de Pablo a los romanos. El evangelio por sobre todas las cosas, es asumir un nuevo sentido de justicia y de libertad cuya recompensa está garantizada por Dios a partir de la muerte y resurrección de Cristo en la cruz.

Para los seguidores y seguidoras de Jesús, no habrá otras recompensas que se comparen con las que puedan obtener de este discipulado. Si no lo veo de este modo, difícilmente pueda ver o entender la radicalidad de esta propuesta que se hace real cuando empiezo a tener opciones que mi núcleo más cercano de amigos, familiares y parientes no tienen. ¿Cómo explicarle a los que siempre nos conocieron de un modo, que ahora tengo otras preferencias?

Volviendo a la carta del apóstol, la gracia de Dios da una libertad que antes no existía o no conocíamos. Pero, el criterio de libertad no es entre “obediencia” y “hacer lo que se me da la gana”, sino libertad en obedecer al pecado o libertad en obedecer a la justicia (de Dios). Diríamos que la oposición no es libertad vs. Obediencia, sino obediencia al pecado vs. Obediencia a Dios. En este sentido pecado es sinónimo de muerte y justicia de Dios sinónimo de vida. Es así que la libertad del cristiano exige disciplina para poder cumplirse en forma cabal.

En este sentido, la mención permanente de Pablo al pecado, más que una función culpógena, cumple la función liberadora. Ya que, si pecado es sinónimo de “prisiones, temores y angustias que no me atrevo a mencionar”, entonces, la forma de desterrar este fantasma es nombrándolo. Poner nombre a lo que nos hace mal, o a lo que estoy haciendo mal es una manera muy concreta y práctica de comenzar a vencerlo. Tal es la explicación de este grupo de A.A. al cual asistí hace tantos años, y otros en el mundo cuando se enfrentan con el pecado de la bebida. De este modo, el pecado no se “enseñorea” más de sus vidas. El nombrar no es algo mágico, sino parte de un proceso donde yo me ofrezco a Dios (en todo mi ser, “con mis partes incluidas”, diría Pablo) para que el obre según su Justicia.

Podríamos hacer una síntesis que nos ayude entonces en nuestra reflexión, partiendo de la pregunta de Pablo (“¿Qué pues, pecaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? De ningún modo” Rom.6.15):

  • De ningún modo, ya que hemos sido liberados del pecado para ofrecer nuestros miembros como instrumento de justicia al servicio de Dios. Ahora tenemos poder de decisión sobre nuestros actos dados por Cristo para hacer la justicia suya que antes no podíamos por el pecado que nos aprisionaba.
  • De ningún modo, ya que ahora tenemos consciencia sobre el pecado. Quien tiene la capacidad de nombrar y hacer visible el pecado, lo puede combatir.
  • De ningún modo, ya que de la tierra de la cual nos han liberado donde servíamos como esclavos no se vuelve. No porque lo diga el pastor, sino porque es la experiencia del pueblo del cual somos parte cuando salió de Egipto. Aunque la tentación de volver a lo de antes es grande, esta indefectiblemente, conduce a la derrota.

Por último, podríamos decir que, de ningún modo nuestra conciencia particular de que hoy – que conocemos a Cristo – estamos mejor que antes, nos puede hacer olvidar que parte del discipulado como su tarea inherente es poder ver y denunciar el pecado más allá de nuestras propias vidas. Esto es, en nuestros hogares, en nuestros barrios, en nuestra ciudad, en nuestro país.

Queda claro que esto tiene altos costos, por eso nunca olvidemos la pregunta que nos hacíamos al principio: ¿estábamos mejor antes?, ¿o esta nueva realidad que Cristo nos ofrece algo superador de lo que ya conocemos? Nadie puede responder por vos esto. Esta es una búsqueda a la cual Jesús te invita a ser a diario. Amén.


Audio de la prédica

Texto: Mateo 10.34-42 y Romanos 6.15-23

Predica: Pastor Leonardo Félix

Iglesia Metodista Central de Buenos Aires.

Domingo 2 de julio de 2017. 4º de Pentecostés.

Orden de culto

Momento con los niños

Detalles

Date:
2 julio, 2017
Hora:
11:00 a 13:30
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