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En tiempos de pandemia, busquemos cuidado y aliento de Jesús

5 abril, 2020 - 11:00 a 13:00

En comunidad desde casa Argentina
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Lectura del Evangelio

Texto: Mateo 21.1-11



Predicación

En tiempos de pandemia, busquemos cuidado y aliento de Jesús



Domingo de ramos (palmas y mantos para otras iglesias en el mundo), bien decimos de entrada triunfal en Jerusalén que anuncia la tragedia que vendrá (crucifixión), y también, en otras partes del mundo. Las palmas se tendían abiertas, como quién espera recibir, como quién espera ofrecer… para ambas acciones, la palma abierta es más que útil.

 

Algo que hemos podido descubrir en estas semanas a nivel mundial con una Pandemia como la del Corona Virus (COVID 19) es que el miedo se desparrama tanto como las enfermedades virales o más aún. Y claro, uno conoce gente temerosa de toda índole sin importar su cultura, sus estudios o sus estratos sociales.

 

Años atrás una hermana me relataba el miedo profundo que le daban las gitanas en su vida. No sé si por el aspecto, por lo que ella imaginaba ver o bien porque parecían con poderes ocultos (me pregunto ¿qué cosas saben uds. que hagan las gitanas, amén de adivinar el futuro leyendo cartas y manos ajenas?)

 

Por años, este respeto mezclado con temor, del cual esta hermana me hablaba con tanta vehemencia, me quedó en la mente. ¿Cómo alguien podía ver el futuro en tu mano? – asombroso, ¿verdad? – Me resulta muy difícil creer hasta el día de hoy que esto sea posible (habrá quien lo crea) pero una cosa que aprendí con respecto a las manos es que, en todos los casos, cuentan tu historia pasada y presente.

 

Ver las manos de gente trabajadora de tareas pesadas (el campo, la construcción y otras) y ver y palpar las manos de una pianista, no son la misma cosa, ¿verdad? Las manos que tenemos, o no tenemos, hablan de lo somos y hacemos y también, de lo que no hacemos y de lo que no somos. Ver las manos de un bebé (redondas y sin desgaste) es una experiencia de contemplación increíble y también de deseos (¡Cuántas cosas nos habremos imaginado viendo las manos de nuestros hijos e hijas! – ¿serían manos de artistas, trabajadores y trabajadoras infatigables? Vaya uno a saber). y ni que hablar de las manos de una madre – acá los recuerdos son tan particulares como gente haya para interpretar este hecho.

 

La entrada de Jesús, el Hijo de Dios, a la ciudad de Jerusalén no es un dato aislado o perdido que leemos como si nada más existiese. De hecho, esta aclamación de toda la gente que lo recibe, tiene explicaciones que imaginamos a través de los domingos de Cuaresma que hemos ido pasando. Domingos donde vimos cómo los ciegos recuperaban la vista, la samaritana del pozo recobraba el sentido de su vida, Lázaro volvía a la vida y Jesús llegaba como buen pastor.

Entrar a Jerusalén, más que representar un final anunciado, era necesariamente, el comienzo de algo distinto para Jesús, para el pueblo que aclamaba y, para cada uno de nosotros y nosotras en nuestras vidas.

 

La entrada en un burrito (pollino según otras traducciones) y no en un caballo de guerra es más que significativo, así como lo es el pueblo a la vera del camino gritando y aclamando: «¡Hosana al Hijo de David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas!». (vers.9b)

 

La vida que tenemos es mucho más que nuestras palabras, parafraseando al apóstol Pablo en 1º Cor.4.20, “El Reino de Dios no son palabras, sino poder” (del gr. Dínamos, también movimiento), o dicho de otro modo, no somos lo que decimos, sino lo que hacemos. El texto de Mateo indica no solo palabras dichas, sino también indica gestos y acciones concretas (salir al camino), cortar ramas, tenderlas en el camino, señales y marcas en nuestro cuerpo, etc.

 

Tus gestos, posturas y actitudes que tomes en el camino, hablan tanto como tus palabras, sobre lo que la fe representa en tu vida. Así también, en la iglesia (en donde a muchas les gustan los grandes discursos elocuentes), los gestos y las acciones son tan importantes como lo que se dice. Hablar de una vida consagrada a Cristo, implica una dirección de todo tu cuerpo hacía aquello que declama. Hablar de una iglesia que se mueve en pos de la misión en Cristo, implica también ir hacia determinados lugares, y dejar de ir hacia otros necesariamente.

 

Todo milagro visto en Cuaresma (sanación, resucitación, etc.) está asociado automáticamente con toda tu vida (es decir tu mente, corazón, alma y cuerpo), y este es un dato que se repite una y otra vez en la Escritura. Por ende, toda tu vida, tiene que ser parte de la Buena Nueva que viene.

 

Tus manos abiertas implican muchas cosas (vacío y necesidad de ser llenadas, expectativa en promesas, sinceridad “no tengo nada”, y también ofrecimiento: te doy esto, todo esto es lo que tengo y te lo doy, etc, etc.) Las palmas están abiertas en el suelo con un significado claro: no basta con lo que declamamos en nuestra vida sobre lo que Cristo hizo y hace en nosotros; es necesario salir al camino, gritar, aclamar y dejar las palmas abiertas ofreciendo todo, esperando todo lo que Dios nos pueda dar. Que sea nuestra en este tiempo, la oración del Salmista:

 

“Mas yo en ti, Jehová, confío; digo: «¡Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos!»”
(Salmo 31.14-15).



 

Texto: Mateo 21.1-11 y Salmo 31.14-15

Predica: Pastor Leonardo D. Félix

Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).

Domingo 5 de abril de 2020. Domingo de Ramos.


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Detalles

Date:
5 abril, 2020
Hora:
11:00 a 13:00
Categoría del Evento:
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