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Y Dios mismo nos visita
5 junio, 2016 - 11:00 a 17:00
Organizer
Predicación Iglesia Metodista Central de Buenos Aires.
Domingo 5 de junio de 2016. 3º de Pentecostés.
Texto: Lucas 7.11-17 y 1ºReyes 17.17-24
En las famosas historietas de Quino con Mafalda y sus amigos del barrio, ella está leyendo un libro de historia argentina con sus próceres y hazañas y, luego de meditar un rato dice: “…se ve que los próceres y héroes ya no se dan en ésta época”.
Por momentos, uno también está tentado de decir este tipo de cosas, o bien, pensar que los grandes milagros de Jesús se daban sólo en su tiempo, o con Elías o Eliseo exclusivamente. ¿Será cierto esto? Más que cierto el comentario, tiene que ver con una incapacidad propia de nuestra mente y acciones cotidianas donde lo cotidiano, justamente, no te permite ver la historia que estás viviendo con precisión.
Es más, si yo les preguntase ahora: ¿Es este el mejor momento de tu vida? Uds. Seguramente harían un rastreo histórico del momento actual que viven con años anteriores de sus vidas. Y si les preguntase sobre el momento familiar, ¿qué dirían?, y sobre el momento en sus trabajos, y sobre el momento en la iglesia de la cuál forman parte, ¿qué dirían?
Difícil de decir, ¿verdad? Por esto es importante volver al texto de Lucas y algunos datos claves para entender lo que nos está contando.
En primer lugar es bueno decir que este evangelio es el único que presenta semejante relato. El dato que ordena esta historia será, NO la muerte en sí, NO el pueblo de Nain; la “compasión de Jesús” es lo que pone de manifiesto el evangelista cuando quiere contar su historia y sus palabras de aliento y autoridad: “no llores… joven, a ti te digo, levántate”.
En la escena ambos grupos quedan juntos, por un lado los discípulos de Jesús y una gran multitud que iba con él, y por el otro lado, la gente que acompañaba a la viuda que había perdido a su hijo. Dato que es importante verlo desde ese lugar histórico concreto: no se acompañaba al difunto (en todo caso los muertos no necesitan estos cortejos), se acompañaba directamente a la viuda en su dolor.
Podemos imaginar el silencio de ambos grupos cuando Jesús mismo se acerca al féretro, lo golpea y da la orden (Joven, a ti te digo, levántate).
Hoy en día no tocamos a los muertos ni sus féretros con mucho ánimo, menos aun cuando no son conocidos o parientes. En el tiempo de Jesús más que una cuestión de ánimos era una cuestión de pureza vs. Contaminación. La ley expresamente te dejaba fuera de su legalidad en este tipo de actos (Números 19.16), mucho más cuando el proceder venía de parte de un maestro de la ley – que no estaban destinados a sentir compasiones espontáneas – que violaba expresamente lo dicho y escrito.
Este proceder tiene un sentido y coherencia fuerte en el ministerio público del mismo Jesús que seguramente todos conocemos pero, nunca está de más afirmarlo:
Jesús se despreocupa de las leyes de pureza legal y las transforma en normas de pureza espiritual y éticaCOMENTARIO BÍBLICO LATINOAMERICANO. T. 3, p.518.
El sentido siempre presente que la iglesia de Jesucristo recuerda a lo largo de los tiempos, aunque le cueste llevarlo a cabo en la historia misma que vive es este justamente: la viuda como tal, quedando ahora sin hijo varón que la sustente (único hijo encima) queda desprotegida.
Si bien el pueblo del cual forma parte ya la está acompañando en gran multitud, Jesús hace de su compasión un acto profético de fuerte valor; Si Dios ha vuelto a visitar a su pueblo (tal como lo expresa Lucas aquí en la historia), este vuelve para reafirmar los lazos solidarios con aquellos que son más débiles y desprotegidos. Cada vez que Dios aparece en la historia será en defensa de los que no tienen defensa, será compadeciéndose de los que padecen, será en definitiva, anunciando vida sobre muerte.
Empezábamos este mensaje preguntándonos si sería este el mejor momento de tu vida. Quizás cabría preguntárselo a la viuda y los que la acompañaban en ese momento. En el instante mismo de la resurrección de su hijo no caben dudas que sí, fue el mejor momento de su vida pero, para que esto fuese así, tuvo que pasar uno de sus peores momentos.
Nuestros miedos a los conflictos, a las situaciones límites (muerte, hambruna, pérdida de trabajo, divorcios, etc.) muchas veces nos hacen negar la realidad, como si cerrar los ojos te diese la garantía de que nada malo está pasando.
El Señor, grande en obras y palabras, también es Señor de tu vida sobre esas situaciones que son límites y que te abaten y hacen desmoronar. Esto es algo que más que repetir como loro, tenés que poder ver mirando tu propio recorrido, recorrido en el cual Dios mismo te sostuvo y llevó en sus brazos.
Ahora quizás te sientas no muy bien, quizás te sientas abatido, cansado o simplemente vacío. Pero para poder encontrarle sentido a esto que te pasa hoy, es importante que lo veas al Señor actuando a lo largo de tu vida, si aún antes de que lo conocieses Dios ya estaba actuando en tu vida (nota)A esto se refería J. Wesley cuando hablaba de Gracia previniente. Una gracia que te alcanza aunque no hayas tomado plena conciencia de la salvación que él te otorga.. Muchos dirán también: “Ojalá Dios hubiese hecho lo que hizo en ese momento con el hijo de la viuda en más de un sepelio de un ser querido”. Ojalá fuese así en todos los casos… aunque de esto sintamos que los milagros vienen por épocas y justo a nosotros nos tocó nacer en la época donde los peces no se multiplican ni la gente camina sobre el agua, si tenemos que ser conscientes que nos toca la parte del acompañamiento solidario, aquel que dará sustento a la que quedó viuda y cuyo único recurso es el amor encarnado de Cristo en la comunidad de fe.
Dios no visita casualmente a su pueblo, Dios no sale a pasear descuidadamente por el barrio. Cada vez que Jesús se hace presenta y nos visita obedece claramente a un paso de fe dado con anticipación: Ser muestra genuina del amor del Resucitado en medio nuestro. Cada vez que te niegues a vos y a otros, el gesto de amor responsable frente a las necesidades que ves a tu alrededor, anteponiendo tus prejuicios, legalismos y frustraciones cotidianas, te estarás negando la inconmensurable alegría de que Dios mismo esté con vos.
Mientras podamos ver esto para nuestra vida, para nuestro trabajo diario, para nuestra familia y para nuestra iglesia, podremos decir que, a pesar de lo que nos pasa y, junto con aquellos conflictos que vivimos, este es el mejor momento que nos toca vivir porque Dios mismo, nos visita. Amén.
P. Leonardo D. Félix
Buenos Aires, junio de 2016.
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