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Con ganas y anhelos de vivir el Reino
1 septiembre, 2019 - 11:00 a 13:00
Organizer
Si bien todos los seres humanos (al menos en occidente), obedecemos a las mismas pautas culturas, a las mismas convenciones y convencionalismos, los mismos dependen en gran medida de los lugares socioeconómicos en los que nos desenvolvemos. Con quiénes interactuamos y qué resultados esperamos en la vida.
Parte de esto lo viví hace unos años en Suiza, trabajando un par de meses con nuestros hermanos/as de la iglesia metodista de allá: la forma de saludar, todo un dato cultural que uno asume universalmente pero no lo es. Si son niños/as se les da la mano (nunca un beso), si es un hermano o hermana en la fe, tres besos, o simplemente la mano y un beso si es un desconocido que nos presentan.
Así como uno descubre de forma más cruel, ciertos códigos mafiosos cuando se trabaja en pastoral carcelaria, donde los signos de saludos y otros, pasan por lugares donde uno no se imagina. Muchos de los presos visitados dicen textualmente: “Pastor, para ser parte de estos círculos uno tiene que mostrar su hombría matando o acuchillando a alguien. Y así, unos entiende que estos lugares son antesalas del infierno”.
El significado de estos códigos obviamente remite a una violencia instalada socialmente que a veces vemos solo como algo lejano. Estar con ellos (con estos hombres y hermanos en particular), me recuerda que las convenciones humanas trabajan de una forma u otra a contrapelo del evangelio (en este ejemplo dado, lo hacen de forma brutal desde luego).
Quizás el ejemplo sea extremo pero, tratemos de aprovecharlo para comprender lo que hoy el Señor nos quiere decir, en este contexto, en este tiempo y a nuestras vidas.
El dato que estructura la enseñanza de hoy, es el de la mesa compartida (lugar que, al decir de una colega mía, es donde los cristianos nos mostramos tal cual somos), la cotidiana, la de fiesta, la de los grandes banquetes.
Veamos entonces estos tres elementos de los cuáles hablábamos al principio para captar este desafío del Señor:
- Desde los lugares socioeconómicos (vers.7-10). En una sociedad donde sus miembros buscan ser reconocidos todo el tiempo, y de estos modos valorados, los lugares públicos que escogemos para ubicarnos no son casuales. La cercanía con los estratos de poder (“tus amigos importantes”) marcan también qué clase de persona sos. O qué clase de prebendas tenés para actuar – aunque los amigos elegidos no sean del todo probos, es bueno que otros sepan que tenemos contactos de fuerza y presión. No hace falta estar en un barrio violento o de condiciones “mafiosas y marginales” para darnos cuenta de esto, ¿verdad?
Algo importante para que recuerdes en tu vida en esta enseñanza de Jesús (cuasi una parábola por su estilo literario) es que, “quien piensa en exaltarse a sí mismo frustra el plan de Dios y pretende arrebatarle su Gloria”[1]. De este modo, la posición válida del seguidor de Jesús es aquella que imita en todo la condición de su Señor, esto es, actitud de servicio y humillación en todo tiempo.
La pregunta elemental para nuestra vida es: ¿Es este el lugar que asumimos para nuestro actuar cotidiano – algo así como “jugar a perder” todo el tiempo -, o verdaderamente a la menor oportunidad, sacamos las “credenciales de gente importante” por el mero hecho de conocer a gente influyente en nuestra sociedad y contexto?
- Con quiénes interactuamos (vers.12-14). Está claro en estos versículos que disponernos a actuar fuera del lugar de privilegio que nuestro tiempo nos propone, es evidentemente una tarea de la cual sólo Dios te recompensará (esto es, recomponer lo vivido, literalmente hablando)
Jesús presenta un esquema de sociedad radicalmente distinto; un esquema en donde los bienes adquiridos no se posean de manera absoluta, sino que tengan una función social. En la administración de sus bienes[2], los que más tienen no deben perder de vista a los más necesitados (cf. Parábola de Lázaro y el rico en Lucas 16.19-31)
Parafraseando a Wesley uno debe decir que el dinero no es ni bueno ni malo pero, en manos de los hijos de Dios es una herramienta de excelencia y generosidad para aquellos que nada tienen y todo lo esperan en la vida[3].
Una de las preguntas posibles que nos trae el texto es: ¿En quiénes invertís tu tiempo, ganas y dinero a diario? No nos olvidemos que para las cosas que queremos, estos tres factores siempre están (el tiempo, las ganas y el dinero). Por ende, lo más profundo de la pregunta nos lleva a la otra: ¿cuáles son las cosas que querés y anhelas para tu vida?, ¿es el evangelio algo que te ayuda a solucionar la pregunta o ni siquiera dejás que se meta con tus ganas, deseos, tiempo y dinero?
- Por último entonces, los resultados que esperamos en la vida (vers.11) “Porque el que a sí mismo se engrandece, será humillado; y el que se humilla, será engrandecido”: esta frase propia del pensamiento sapiencial de los proverbios o Eclesiastés tiene que ver con esta profundidad de enseñanza de Jesús de la cual siempre hablamos los domingos. Jesús no enseña simples normas de etiqueta o comportamiento social para sentarse a la mesa. Lo suyo es una clase práctica en un hecho cotidiano y simple del cómo pertenecer al Reino, entendiendo que este Reino nos va a dejar necesariamente parados, en lugares donde otros no desean ni anhelan.
Por ende, ¿cómo es la mesa cotidiana que compartís en tu casa, quiénes entran, quiénes quedan afuera. Qué actitudes conviven en esa mesa, cuáles quedan desterradas de la misma? Porque la fe es esa cotidianidad que vivís naturalmente.
Que el Buen Señor te de sabiduría en todo tiempo para ser consciente de los resultados que esperás con tus relaciones cotidianas en dónde, ponés tu tiempo, ganas y dinero. Amén.
[1] COMENTARIO BÍBLICO LATINOAMERICANO – Nuevo Testamento. Ed. Verbo Divino (Navarra 2003) pag. 554.
[2] Ibid anterior.
[3] WESLEY, J. “OBRAS COMPLETAS” TOMO II. Sermón 51 “Sobre el uso del dinero”
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Lucas 14.1.7-14
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Predicación Almagro. Domingo 1º de septiembre de 2019. 12º de Pentecostés.
Orden de culto
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