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¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!
9 agosto, 2020 - 11:00 a 13:00
Organizer
Bienvenida
Buenos días, hermanas y hermanos, a este encuentro virtual de la Iglesia Evangélica Metodista de Almagro. Mi nombre es Alfredo. Vamos a tomar hoy un tiempo quizá más breve que en otros encuentros, pero no por eso menos profundo. Comencemos teniendo un momento de oración personal en el cual podamos detener un poco lo que estábamos haciendo en este momento, y pepararnos para entrar en comunión, hagámoslo mientras escuchamos esta melodía.
Himno: “Cuando la mañana se desliza por el cielo”
En el día de hoy
Hoy vamos a reflexionar sobre la importancia que tiene la oración en nuestras vidas. Saben que últimamente en esta cuarentena se me ha dado por ver un par de series ambientadas en el medioevo, particularmente sobre el choque entre los pueblos con culturas paganas y cristianas del siglo IX. La vida, se imaginarán, era muy distinta por entonces. Por ejemplo, muchas de las enfermedades que hoy son curables, en aquel momento significaban la muerte. El poder de los señores feudales estaba íntimamente ligado a su relación con la iglesia de aquel entonces, a la posesión de tierra, a la posibilidad de defenderla y, eventualmente, a la de conquistar otras nuevas.
Entre muchas otras cosas, no dejó de sorprenderme el nivel de importancia que tenía la oración para algunos gobernantes. Tal el caso de Alfred The Great, o Alfredo El Grande, Rey de Wessex, que incesantemente buscaba el momento, el consejo pastoral y el lugar para orar ante cada decisión que debía tomar. Casi que parecía excesivo. Y sin embargo, no deja esto de generarme un poco de envidia. Obviamente no el orden social establecido en aquel tiempo, que era profundamente patriarcal e injusto, tan solo saber que la confianza de estas personas en su Dios era casi total, y, particularmente, muy ligado a esto, la necesidad de orar, como el sediento que busca el agua con desesperación; con la convicción de que lo que hace no es en vano, y que el Señor forma parte íntima de sus vidas.
Claro que se pueden ver escenas bastante sangrientas, les diré, en esos momentos las formas que tenían de dirimir algunos asuntos era bastante drástica. Pero otra cosa que no deja de sorprender son los juramentos, el valor atribuido a la palabra comprometida. Un compromiso cuyos beneficios se reciben, pero que también invitan a dar y comprometerse. Lo que quedaba era entonces, confiar. Confiar en la palabra empeñada, confiar en la promesa realizada.
Como dice la Palabra en Romanos 10:11-15
La Escritura dice: «El que confíe en él, no quedará defraudado.» 12 No hay diferencia entre los judíos y los no judíos; pues el mismo Señor es Señor de todos, y da con abundancia a todos los que lo invocan. 13 Porque esto es lo que dice: «Todos los que invoquen el nombre del Señor, alcanzarán la salvación.» 14 Pero ¿cómo van a invocarlo, si no han creído en él? ¿Y cómo van a creer en él, si no han oído hablar de él? ¿Y cómo van a oír, si no hay quien les anuncie el mensaje? 15 ¿Y cómo van a anunciar el mensaje, si no son enviados? Como dice la Escritura: «¡Qué hermosa es la llegada de los que traen buenas noticias!»
Mensaje
Y esta es la Buena Noticia que tenemos hoy, y que encontramos en el Evangelio de Mateo.
Lectura del Evangelio: Mateo 14:22-33
2 Después de esto, Jesús hizo que sus discípulos subieran a la barca, para que cruzaran el lago antes que él y llegaran al otro lado mientras él despedía a la gente. 23 Cuando la hubo despedido, Jesús subió a un cerro, para orar a solas. Al llegar la noche, estaba allí él solo, 24 mientras la barca ya iba bastante lejos de tierra firme. Las olas azotaban la barca, porque tenían el viento en contra. 25 A la madrugada, Jesús fue hacia ellos caminando sobre el agua. 26 Cuando los discípulos lo vieron andar sobre el agua, se asustaron, y gritaron llenos de miedo:
—¡Es un fantasma!
27 Pero Jesús les habló, diciéndoles:
—¡Calma! ¡Soy yo: no tengan miedo!
28 Entonces Pedro le respondió:
—Señor, si eres tú, ordena que yo vaya hasta ti sobre el agua.
29 —Ven —dijo Jesús.
Pedro entonces bajó de la barca y comenzó a caminar sobre el agua en dirección a Jesús. 30 Pero al notar la fuerza del viento, tuvo miedo; y como comenzaba a hundirse, gritó:
—¡Sálvame, Señor!
31 Al momento, Jesús lo tomó de la mano y le dijo:
—¡Qué poca fe tienes! ¿Por qué dudaste?
32 En cuanto subieron a la barca, se calmó el viento. 33 Entonces los que estaban en la barca se pusieron de rodillas delante de Jesús, y le dijeron:
—¡En verdad tú eres el Hijo de Dios!
Oración de intercesión
Mensaje, a cargo de Juan Daniel Vicente
Canto: Alzaré mis ojos a los montes, por Denise Dekker.
Anuncios de la vida y misión de la Iglesia
Seguimos orando por todos los motivos que compartimos en nuestras reuniones y grupo de oración. En estos motivos incluimos el sostén de nuestra congregación, que hacemos y lo podemos hacer a través de nuestros diezmos y ofendas. Para más información puede ingresarse a www.almagroconjesus.org o escribir a mayordomia@almagroconjesus.org Que nadie quede sin poder continuar con este.
Pero dar tiene que ver con nuestras ofrendas pero también con mucho más, se trata de la forma en que administramos nuestras vidas y todo aquello que se nos ha dado, desde nuestras vidas y nuestros cuerpos hasta lo que podemos generar con ellos. A Dios pedimos guía y sabiduría para poder cuidar y administrar lo que se nos ha dado. Nuestro Señor solo quiere que podamos ofrendar nuestros y ponerlos a su servicio con amor, con alegría.
Volviendo al tema de las series medievales, vienen a mí los sacrificios que hacían los paganos ante cada evento importante que estaban por atravesar. Se imaginan su sorpresa al contrastar esta actitud con los Cristianos, quienes sabían que su Señor ya había hecho un sacrificio muy importante, uno que dio todo para que otros jamás tengan que igualar tal sacrificio. Y con ese sacrificio, el Señor nos mostró que venció a la muerte, y que la muerte jamás es el fin. Este Señor, a quien ofrendamos, nos ha mostrado su fidelidad y su generosidad, porque ya no hay sufrimiento ni carga que él no nos ayude a soportar. Dar es dar, como dice Fito Paez, con los brazos abiertos que dan, que abren que comparten, que se estiran con amor para incluir, para abrazar. Dar es dar, ese es Jesús. Tan generoso que nos sorprende. Dejemos que Jesús nos enseñe, y nos sorprenda. Amén.
Postludio
Postludio: “Dar es dar”, Fito Paez.
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