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Algunas cosas tienen que ser creídas para ser vistas
1 abril, 2018 - 11:00 a 13:00
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Dice el teólogo Jurgen Moltmann que: “Si las mujeres debieran permanecer en silencio, entonces no tendríamos ningún testimonio de la resurrección” . Juan Marcos en su relato al igual que Lucas hará luego, hacen de las mujeres del movimiento que seguía a Jesús no solo un dato fuerte y presente, sino gravitante a la historia misma. Con junta razón este teólogo alemán contemporáneo afirmaba esto allá por los años 60.
La resurrección de Cristo y la alegría que esto trae a nuestra vida (esta Pascua de Resurrección es el hecho que vertebra toda nuestra fe y ordena el calendario cristiano en todo el mundo para designar otras fechas y momentos claves), debe poder ser leída no solo como dato sobrenatural, esto es, que sobrepasa nuestra propia naturaleza humano sino también, como hecho que desafía la ley mosaica (Ley de Moisés ) y la cultura de su tiempo. Es la ley del Antiguo testamento la que Pablo retoma circunstancialmente para los Corintios en cuanto a que la mujer debe permanecer callada y sumisa al hombre que es la cabeza del hogar. Es esa misma ley que hace de la mujer un objeto en donde, codiciar la casa de tu vecino, su asno y su mujer es exactamente lo mismo a los ojos de los israelitas.
Por ende, el dato que aportan y asignan los evangelios sobre el papel de las mujeres o más amplio aún, sobre aquellos/as invisibilizados/as de su tiempo que no tenían voz ni presencia real en la vida de sus comunidades en las decisiones de la vida diaria funda una nueva relación y un nuevo modo de relación para los/as seguidores/as de Jesús. Comunidades que nacerán como es el caso de Lidia entre otras, en sus hogares, en el seno y la intimidad de sus tareas domésticas.
Es importante rescatar esto también como pregunta al día de hoy en nuestra comunidad: ¿quiénes conforman la voz de las acciones que toma nuestra comunidad? ¿cómo se traduce en tu hogar? ¿En tu trabajo? Ahí el evangelio tiene siempre preponderancia y te reclama tu testimonio.
Yendo a la carta de los Corintios, no puedo menos que traer a la memoria lo que cada año hacemos en la escuela con los chicos y chicas, sus docentes y familias, cada culto especial de Pascua que anticipa esta gloriosa resurrección. Este año en particular trabajamos sobre los valores que se van crucificando con Jesús cada vez la muerte parece ganar la batalla. Cada vez que el inocente es condenado en lugar del barrabás de cada época.
Para los chicos y chicas de la escuela, no fue un ejercicio complejo definir estos valores que se pierden cuando la muerte quiere usurpar el espacio de la vida plena y resucitada de Jesús: la paz, el amor, la solidaridad, la responsabilidad social sobre las vidas más vulnerables de nuestro tiempo y nuestro cuidado y mayordomía sobre la creación son elementos a tener siempre presentes al momento de hablar de nuestra fe y proclamarla como vencedora frente a las cruces de los Imperios de turno.
También acá nos podríamos preguntar sobre esto. ¿Qué tan fácil nos resulta en la vida diaria, distinguir estos elementos? ¿Somos acaso nosotros, los que también sacrificamos en la muerte de cruz estos valores, cuando anteponemos prejuicios, miedos y rencores?
No nos dejemos engañar en esto hermanos y hermanas queridos/as. Cada vez que justifiquemos el atropello sobre la vida de los que necesitan y claman por nuestra ayuda, desde cualquier explicación posible que queramos dar, nos volvemos nosotros también, cómplices y víctimas, parafraseando a J. P. Sartre, de la muerte ajena como si nuestra vida no fuese afectada por este hecho.
Es tiempo, al decir del P. Julio López el año pasado en nuestra iglesia, de recuperar los credos, aquellas palabras que debemos guardar y recitar para ahuyentar los fantasmas del odio, del olvido que intentan todo el tiempo, robarnos nuestra voz, invisibilizar el sufrimiento de muchos y muchas como si, por arte de un caprichoso destino, hubiese quiénes merecerán el olvido y otros, el estrellato del protagonismo de la vida pública.
Hacemos nuestras las palabras del apóstol y decimos:
…que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que lo sepultaron y que resucitó al tercer día, también según las Escrituras; y que se apareció a Cefas, y luego a los doce. Después se apareció a más de quinientos hermanos a la vez, la mayoría de los cuales vive todavía, aunque algunos ya han muerto. Después se apareció a Santiago, y luego a todos los apóstoles… soy lo que soy porque Dios fue bueno conmigo; y su bondad para conmigo no ha resultado en vano… Lo que importa es que, tanto yo como ellos, esto es lo que hemos predicado, y esto es lo que ustedes han creído. (1º Cor.15.4-11. DHH)
Hay una realidad de cosas que no vemos pero marcan y señalan camino, horizonte de sentido y al igual que las voces que no son escuchadas, en una sociedad que todo lo cuantifica, lo mercantiliza, lo vende y compra, hay realidad en el Evangelio que primero, debe ser creída para luego ser vista, realidad que debe ser pronunciada para exorcizar a la muerte misma y palpada con nuestras propias manos, parafraseando al anciano Juan cuando escribe su primer carta, para que nuestra alegría y certeza de la Resurrección nos colme de gratitud. Feliz pascua 2018, ¡El Señor ha resucitado!
P. Leonardo Félix
Buenos Aires, abril de 2018.
[1] MOLTMANN, Jurgen. “Theology of hope” Abingdon press (1968, chapter VI – pag.235)
[2] Se llama ley Mosaica al Pentateuco o cinco primeros libros de la biblia, en donde Dios dispone las leyes para su pueblo – esto es, Géness, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio-.
[3] Ver en particular Deut. 5.21.
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Marcos 16.1-8 y 1º Corintios 15.1-11
Predica: Pastor Leonardo Daniel Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Domingo 1 de abril de 2018 – Domingo de Resurrección
Orden de culto
Momento de los niños
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