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Algo más que el beneficio de pertenecer
8 septiembre, 2019 - 11:00 a 13:00
Organizer
Tratemos de imaginarnos cada uno de nosotros evangelizando de esta manera: “La lucha no es de carne y sangre sino contra reinos y potestades. ¿Está Ud. dispuesto a aceptar esta lucha?”; si bien, este argumento en algunas comunidades da resultados, uno tendería a creer que el argumento más que llamativo, sería ahuyentador. Nada mejor para una buena propaganda que mostrar los beneficios antes que las desventajas.
Lo cierto es que, para Jesús, es imprescindible mostrar los riesgos de seguirlo antes que los beneficios. En nuestra vida, dominada por la idea de que todo tiene precio, todo se puede comprar y vender (aún las voluntades de las personas), los proyectos que emprendamos también tendrán un costo y por ende un beneficio. La salvación en sí misma, ¿es un beneficio? Si claro, pero al mismo tiempo es algo más allá de nuestras experiencias. No es algo que puedas comprar, no es algo que puedas vender, es algo que te es otorgado ni siquiera por tus méritos; la salvación así como la vida eterna ofrecida, son pura gracia (son gratuidad de Dios para con tu vida porque él así lo quiere).
A su vez, siguiendo la línea de pensamiento del pastor y teólogo, D. Bonhoeffer[i] la gracia en sí que actúa a través del amor, tiene también un desafío que la acompaña, una premisa que potencia su valor; esto es, nuestro compromiso en el seguimiento. Hacer un planteo de la misma sin la responsabilidad de ese seguimiento sería un “abaratar la Gracia”. De ahí que este pastor habla en la década del 30 de la “Gracia barata” y la “Gracia Cara”. Es el seguimiento a Jesús lo que da frutos reales del haber aceptado su amor.
Qué difícil entender esta situación que plantea Jesús. Dejar nuestras zonas de confort para encontrarnos en la vida del otro que es distinto a lo que somos, marchar finalmente con el peso de una cruz; ¿cómo poder hacernos cargo de todo esto?
Cuenta el famoso autor indio, Anthony De Mello[ii] que la historia del lujoso club náutico de la Costa de Rescate y Salvamentos, se había iniciado con la epopeya de unos pocos hombres y su barco endeble de madera, rescatando otros barcos encallados en las cercanías. Si bien cada tanto, hacían algún que otro rescate, su lujoso amarradero de otros barcos importantes, casi no les había dejado lugar a su tarea primera, el rescatar otros barcos. Pero claro, si bien ya no cumplían tan bien como al principio las tareas que los identificaban, ¡qué beneficio enorme era el pertenecer al club náutico!
El estar sentado en la iglesia cada domingo no implica necesariamente, la aceptación de esta Gracia Cara de la cual hablábamos recién pero, es un buen primer paso hacia su vivencia diaria y el desafío que esta implica. A medida que más conocés a las personas que están a tu lado, más te involucrás con ellas y sus propias historias y al mismo tiempo, esta historia grupal que conforma esta comunidad en particular, u otras, se vuelve parte de tu historia. Pero claro, el involucrarte en las demás historias también tiene una responsabilidad. Es estar, conocer, participar y “poner el hombro” como decimos muchas veces, sostener la vida del otro. Acá dedicarás tiempo, ganas y seguramente dinero para que esto funcione.
Ahí es donde uno se plantea si el beneficio de la Salvación y la vida eterna, y por ende la alegría de estar con otras personas realmente vale tu tiempo, tu esfuerzo, tus ganas y tu dinero. El entusiasmo del primer momento muchas veces, se transforma y vamos perdiendo el sentido original de aquello que nos convocaba y por lo cual aceptamos estar sentados los domingos en la iglesia y participar de otras actividades.
Quizás, un detalle que ayuda para contextualizar esta parábola, sea que, la palabra aborrecer en su idioma (arameo) era “amar menos” y no el sinónimo de odiar que nosotros usaríamos hoy. La lealtad al grupo familiar era entonces un elemento dominante. No había posibilidades de iniciar nuevos proyectos que no estuviesen de acuerdo con lo que, el jefe de familia, no estuviese de acuerdo. Plantear esto era una ruptura con su tiempo y sus costumbres; Algo de lo cual nosotros como padres nos enorgullecemos: dar libertad de elección a nuestros hijos en sus caminos.
Por el otro lado, es importante entender que estas dos parábolas contadas por Jesús, hablan de sí mismo. ¿Qué lugar ocupamos nosotros entonces? Somos en su iglesia y sus ciudadanos del reino por venir; los materiales de los cuales la misma se construye, y los/as que salen anunciando paz y amor frente al conflicto que hay por delante.
Pablo interpreta en su carta a Filemón este asombroso Poder que no parece siquiera poder competir con los poderes de este tiempo. Él le pide a su amigo Filemón que lo acepte a Onésimo. La clave de las palabras del apóstol radica justamente en que, teniendo autoridad apostólica para pedírselo, renuncia a su condición de tal para que su amigo reflexione, no a partir de su propio status de amo sobre el esclavo sino como hermano que recibe a otro hermano.
Que este tiempo de nuestra comunidad sea tiempo de renovar nuestra comunión unos con otros, nuestro compromiso de amor y ternura con las vidas que vamos conociendo y dejando que otros nos conozcan. De este modo, cualquier proyección hacia delante, tiene certeza de cumplir su objetivo. Amén.
[i] BONHOEFFER, Dietrich. “El precio de la Gracia” Ed. Sígueme (1982) Navarra, España.
[ii] DE MELLO, Anthony. “el Canto de la rana I” Ed. Patria (1987) Buenos Aires. Argentina (pag.42).
Audio de la prédica
Próximamente
Texto: Filemón 8-17 y Lucas 14.25-33.
Predica: Pastor Leonardo Félix
Iglesia Metodista de Almagro (Buenos Aires).
Predicación Almagro. Domingo 8 de septiembre de 2019.
Orden de culto
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